Explorando tendencias culturales con series de datos en Google Libros

Siempre me han interesado las cuantificaciones para estudiar situaciones y procesos que no pueden apreciarse sino mediante el estudio de regularidades y patrones colectivos. Una de las vías más interesantes es el seguimiento de términos y conceptos, porque evidentemente toda nueva realidad debe de ser pensada y nombrada. En este sentido, el masivo «corpus» de Google Libros es una excelente fuente, porque permite una búsqueda en el tiempo para apreciar cuando un término (por ejemplo, «despotismo ilustrado») comenzó a ser de uso común. La compilación y procesamiento cuantitativo de registros de este género es también de interés serial porque hace posible ver la aparición, desarrollo y posible declive del empleo de términos en el tiempo. Se le conoce como «minería de textos», una metáfora que me agrada por sus alusiones metalúrgicas. Es incluso un posible campo de estudios en sí,  llamado provisionalmente culturomics (o, muy feamente en español, «culturomía»).

La herramienta más a propósito para estos fines son los n-gramas, esto es la búsqueda de secuencias o «cadenas» de información, en este caso en un texto (hay otros empleos posibles). Desde luego, hacerlo «a mano» es muy laborioso, pero afortunadamente Google ofrece gratuitamente y en línea su Ngram Viewer, que  permite hacer búsquedas que generan automáticamente gráficas muy presentables. Es como hacer un verso sin ningún esfuerzo.

Caben algunas advertencias (como siempre debe hacerse con cualquier estadística) antes de confiar alegremente en los resultados.  Aunque podría pensarse que Google Libros representa el universo de todos los impresos, esto no es exactamente así. Sus ejemplares digitalizados provienen de bibliotecas públicas de prestigio, esto es de repositorios que adquieren y almacenan los libros considerados «de interés», lo cual establece un filtro de entrada. Las obras que se venden en puestos callejeros, los comics, muchos «bestsellers» (¿en cuántas bibliotecas universitarias estará la «saga» completa de Harry Potter?) probablemente estén subrepresentados; lo que tenemos aquí sería una compilación primordialmente de literatura «culta» y «académica».

Asimismo, ya he comprobado que  el escaneo de Google tiende a confundirse con las letras impresas de libros muy antiguos. Para tiempos modernos, también puede haber algunos casos de homonimias y «falsos positivos». Ah, y  las búsquedas deben hacerse separando las variables por comas, no entrecomilladas.

Finalmente, este «visor» hace las búsquedas por corpus lingüísticos particulares; no está del todo «al día» en la indexación (en español llega sólo hasta 2008); y en su vertiente «automática» sólo incluye cadenas de alta frecuencia (esto es, que aparecen al menos en 40 libros distintos).  Hay por otro lado opciones para «afinar» las búsquedas con algunos descriptores avanzados, que se explican aquí; y es posible consultar los datos «en bruto», si se tienen aficiones «culturómicas» y se cuenta con una conexión a red muy eficiente.

Con todas estas precauciones, el N-gram Viewer es interesante y atractivo. Para no alargarme, dejaré los experimentos para otra nota que publicaré en breve en este blog. Por lo pronto, les dejo un ejemplo sobre las n-gramas cruzadas de las menciones en español a dos autores de importante influencia en humanidades y ciencias sociales.

N-Gram Marx-Weber

Los porcentajes corresponden a las frecuencias respecto del conjunto de textos.

Vale la pena señalar que el empleo de esta herramienta digital parece estar siendo progresivamente aceptada en publicaciones académicas formales, aunque ha sido también motivo de diversas objeciones. Y, desde luego, son gráficas que admiten distintas interpretaciones, porque las cifras en sí siempre serán solamente un punto de partida para la reflexión.

Arqueología bloguera: un listado de pasadas navegaciones en la historia de México

Hace cosa de un año, en mi resumen decembrino de la «blogosfera» de historia mexicana,

Estampa en la portada del "Arte de navegar", de Lázaro de Flores, 1673
Estampa en la portada del «Arte de navegar», de Lázaro de Flores, 1673

comenté que parecía un mar lleno de melancólicos pecios abandonados, aunque había también bastantes navíos que seguían navegando gallardamente y a toda vela. Pueden suponerse razones varias de tanto naufragio o permanencia duradera en muelles:  el interés y  los comentarios del público son limitados; la indiferencia institucional acaba por resultar frustrante; la constante presión laboral lleva a recortar actividades; o convence más la popularidad alternativa de las redes sociales como Twitter o Facebook, con su comunicación inmediata y más fluida (pero, también, más perecedera). O, simplemente, la temática era temporal y el blog ya cumplió con sus fines.[1]

Vista en perspectiva, la expansión inicial  parece que llegó a lo que no sé si describir como estabilidad o estancamiento. De hecho, el pasado año ya no presenté mi ejercicio de revisión anual porque los blogs que seguían publicados eran casi los mismos de 2014 (puede consultarse ese listado aquí). La situación ciertamente contrasta con la existente en otros países, porque por ejemplo en España, Francia y Alemania la plataforma académica Hypotheses no deja de generar nuevas  iniciativas todos los meses, y muchas realmente muy atractivas.

Viéndola en retrospectiva, la arqueología marinera bloguera no deja de tener su interés y podría ocupar a quienes se dediquen a la historia de la «historiografía virtual». Asimismo, algunas de las notas publicadas han resistido bien el paso el tiempo,  y es una pena que no tengan la adecuada visibilidad. Así pues, me he decidido  a presentar aquí una lista de pasados navegantes de la blogosfera. He incluido los blogs dedicados a historia de México  (publicados en este u otros países) que en mi opinión eran originales y alcanzaron a tener alguna duración, pero que hace por lo menos un año que no tienen movimiento. Si halla usted que este listado tiene alguna omisión o error notable, envíeme una nota y veré el caso.
El orden es el de primera aparición pública.

Las tres potencias, blog personal de Federico Navarrete (julio 2007 -noviembre de 2008)

Ancient Mesoamerica News Updates (julio de  2007  – enero de 2013), de Axhimbalmaya; del mismo autor,  Maya News Updates (septiembre de 2006  – octubre de 2013) y Maya Glyph Blog (agosto de 2007 – diciembre de 2012).

Mayistas, de Rocío García Valgañón (noviembre de 2007 – abril de 2013).

Leyendas mexicanas y tradiciones de México, de Homero Adame (abril de 2008 – septiembre de 2011)

Gabinete de luz, de Lenice Rivera ( (diciembre de 2008 – abril de 2010) (actualmente no accesible).

Blog personal de Luis Ignacio Sánchez Rojas; sobre el periodo porfiriano y el ejército federal de esa época (este blog continúa el de Facetas históricas) (   – mayo 2015)

Imágenes volantes, de Helia Bonilla ( (diciembre de 2008 – enero 2013) (actualmente no accesible).

De aquí p’ al real. A la historia por la libre, blog personal de Iván Escamilla (diciembre de 2008 – septiembre 2014) (actualmente no accesible).

Caleidoscopio histórico: formas y colores de la historia, de Mariel Rodríguez Sánchez (abril de 2009 – noviembre de 2013).

Clioscopia, de Eder Gallegos. Historia militar, historiografía y temas contemporáneos (no accesible actualmente).

Leo gente muerta, de Pamela Romero Pereyra (mayo de 2009 – julio 2012)

Clíoregio (“un blog creado para la difundir la historia regia”) (junio de 2009 – agosto 2012).

Policromía de la historia, de Alejandra López Camacho. Historia conceptual, política, cultural y de la prensa de México y España en el siglo XIX (agosto 2009 – octubre 2014).

Cine silente mexicano, de Luis Recillas Enecoiz (agosto de 2009 – agosto 2014)

Espejo de mudanzas,  blog personal de (actualmente fuera de línea) (2010 – abril 2015)

Xaltocan Archaeological Project, de Lisa Overholtzer (septiembre de 2009 – abril 2010)

Uacúsecha, de Marion Forest. Projet archéologique mené dans l’État du Michoacán (febrero 2010 -marzo 2013).

Comics. Historia de México en la historieta, de Ruben Eduardo Soto Díaz (marzo 2010 – abril de 2013).

Cuaderno de notas, blog personal de Víctor Gayol (septiembre de 2010 – noviembre de 2014).

Jocheri erátsikua – Nuestro pensamiento.  Diálogos sobre la enseñanza de la historia.  Blog colectivo de los estudiantes de la maestría en historia de la UMSNH (marzo de 2012  – enero de 2013)

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[1]. Véase al respecto una encuesta realizada por Íñigo Fernández en «Algunos apuntes en torno a la blogósfera de historia de México»,  XX Anuario de Investigación de la comunicación. CONEICC, 2013, p. 269-288.

Twitter vs Facebook vs Blogs: impresiones de un #neotuitero historiador

Hace algunos años abrí una cuenta en Twitter. Lo hice con cierta renuencia, porque mis revisiones iniciales de lo que se publicaba en esta plataforma no me convencían de que valiera el esfuerzo, y por otro lado no me faltaban actividades que requerían mi atención. La utilicé poco más que para difundir las notas de mis blogs, y por un tiempo para crear una especie de «espejo» de lo que se publicaba en H-MEXICO, cuando era su editor. Para comentarios y notas más personales, prefería Facebook, que me daba la opción de una red «semiabierta», donde podía poner, por ejemplo, algunas fotografías de mis viajes o breves comentarios personales destinados solamente a algunos colegas cercanos y a mis tres que cuatro amigos.

Hace cosa de un año tuve  más tiempo disponible y me decidí a «darle una segunda oportunidad» a Twitter, a manera de experimento en comunicación. Los siguientes son mis comentarios (no una «evaluación»), desde luego muy personales, sobre que…

* De mi informal estadística, parece haber muchos más académicos «tuiteros» que «blogueros».  La mayor parte, son de la generación de entre 20 y 40 años.

* Publicar en Twitter  implica (aparentemente) mucho menos tiempo de trabajo. Una entrada en mis blogs puede llevarme varias horas de labor; son «mini ensayos», que además requieren imágenes, inclusión de vínculos, edición posterior de comentarios, etc. En cambio, los tuiteos pueden hacerse casi al vuelo, en alguna pausa momentánea de las actividades cotidianas.

* Por lo mismo, es fácil derivar hacia la «comunicación todo el tiempo/ todo el día»,  sobre todo teniendo en cuenta de que es posible mantenerse conectado con esta plataforma mediante los ahora ubicuos «gadgets» portátiles. Viéndolo bien y despacio,  mantenerse activo en Twitter no requiere menos tiempo que un blog; la diferencia está en la concentración requerida por la actividad.

* Aunque los contenidos en Twitter no destacan precisamente por su pulimento narrativo, hay autores que tratan de conjugar una imagen, un ritmo y un argumento en brevísimo espacio. En realidad, podría ser un género literario de interés, con sus propias dificultades, porque no es fácil resumir una idea en 140 caracteres. Esta extensa nota, de hecho, puede ser un buen ejemplo de lo dicho.

* Las interacciones en Twitter son más fáciles y frecuentes. Una queja común de los blogueros es la escasez de respuestas y comentarios pertinentes, que muchas veces acaba por desanimar al autor. Este es un gran punto a favor de esta plataforma.

* Por otro lado, los «tuiteos» son muy perecederos; después de poco tiempo dejan de recibir atención. Los temas de interés cambian casi día con día, y las interacciones son muy efímeras. En cambio, una entrada en un blog sigue siendo consultada y atrayendo comentarios, aunque sea en menor grado, a través de los años.

* La inmediatez de la comunicación puede llevar a que el tuitero reaccione de inmediato ante cualquier suceso, lo cual proporciona espontaneidad y a veces mucha emotividad, con los consiguientes encantos y riesgos. No es el tipo de lenta reflexión y escritura propia de los blogs.

* A diferencia de Facebook u otras redes sociales, donde el usuario puede delimitar y restringir el grupo con el que interactúa, cada tuiteo está abierto potencialmente a cientos de miles de personas. Twitter es una red abierta. La única opción existente es  mantener la propia cuenta como «privada»; no hay opciones intermedias.

* La masividad (y la consiguiente impersonalidad) tiene sus ventajas. Para seguir a alguien en Facebook, hay que convertirse muchas veces en su «amigo», porque esa fue su intención inicial: dar vehículo a redes de amistad. Pero ¿son todos mis colegas, lectores  y alumnos mis «amigos»? No, realmente. En este sentido, la interacción en Twitter resulta más conveniente, más «profesional».

* Los «cliotuiteros» utilizan sus escritos para una gran variedad de fines: difundir noticias de actividades académicas, vínculos a recursos de interés, afirmaciones enigmáticas que sólo pueden comprender los entendidos, aforismos (un género muy interesante, con ilustres antecedentes), opiniones sobre sucesos de actualidad, campañas diversas de diferentes propósitos sociales y políticos, y notas muy personales (lo que está haciendo el tuitero en este instante, el humor con el que se despertó esta mañana, entusiasmos futboleros, las fotos de sus sus mascotas…)

* Como puede verse, las antiguas diferencias entre lo privado y lo público, entre amigos  y  «seguidores», resultan cada día más borrosas, aunque hay tuiteros que mantienen escrupulosamente estas distinciones.

* A través de las personas a las que el tuitero «sigue» y sus propios «seguidores», esta plataforma establece un flujo continuo de notas que llegan automáticamente al espacio personal de cada quien, sobre todo en la sección «descubre», definida como «Lo que está sucediendo ahora, hecho a tu medida». Puede ser un recurso útil,  pero también contribuye a la sobrecarga de información que se ha convertido en uno de los problemas de la red de redes.

*  Los historiadores con más «seguidores» son frecuentemente los que se adentran en temas actuales. Es una red cuyos contenidos privilegian la inmediatez. Obviamente, el historiador no tiene porqué ser un anticuario, o mostrarse indiferente ante las urgentes realidades del presente. Pero dedicarse primordialmente al pasado (esto es, al asunto propio del historiador) no es la mejor vía para reunir  muchos «seguidores» en la esfera  tuiteriana (si ese es un propósito, porque no tiene porqué serlo).

* Y bien, en resumen ¿vale la pena emplear Twitter como herramienta de difusión académica? La respuesta no puede ser general; depende de lo que espere de esta plataforma, de las inclinaciones y personales estilos. Espero haberles dado algunas ideas al respecto.

Los blogs de MAPFRE: debates y perspectiva

(Actualización: estos blogs ya no están disponibles)
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Una de las propuestas recientes más interesantes en la «clíosfera» son los blogs de la Fundación MAPFRE. Esta institución, sustentada por una empresa española, es bien conocida de los historiadores americanistas; ha tenido la loable iniciativa de respaldar la edición de recomendables libros de historia y, más recientemente, una colección de historias generales que reúne a conocidos autores. Su nueva plataforma bloguera (desde enero de 2014), denominada «Debate y perspectivas» es una excelente demostración de la manera en que puede realizarse la divulgación de los resultados de la investigación de una manera versátil y atractiva. Agréguese que su portal, como puede verse abajo, proporciona una perspectiva más amplia que la tradicional y fragmentaria que tanto ha afectado a nuestras historiografías nacionales.

MAPFRE-ScreenshotCabe hacer algunos comentarios. Uno de ellos es que la reunión de los distintos autores parece haberse derivado primordialmente de su participación anterior en las obras publicadas por esta empresa/casa editorial. Es cierto que no todos han contribuido con los blogs (en la mayoría, su intervención se reduce a un resumen curricular), pero parece un buen y conveniente punto de partida, que podrían adoptar otras editoriales académicas. También esta vinculación autor/bloguero subscribe una idea que ha tenido desiguales pero prometedores resultados: los blogs como extensión y continuación natural de la obra impresa. Hay ya en esta plataforma muchos contenidos de interés; véanse, sólo para dar algunos ejemplos, los de Javier Garcíadiego,  Fréderique Langue y Manuel Chust.

Por otro lado, estos blogs de MAPFRE no tienen la vivacidad y carácter personal  típico en estos medios, en los que el lector puede acercarse no solamente a la obra, sino también a la persona de quien escribe, y al empleo de una narrativa más informal.  Lo que aquí leemos son breves ensayos con el estilo propio y característico de la academia.  La impresión que dan (sin que me conste) es que no hay una edición directa del autor, sino que los editores solicitan y gestionan los ensayos. Se parecen más, en resumen, a los artículos de una «revista virtual». Esto no es en ningún modo una objeción; simplemente, es constatación de un modelo de publicación que, como cualquier otro,  tiene sus virtudes y limitaciones. En todo caso,  sólo tendría que criticar la parquedad en el empleo de recursos propios de la edición en web (sobre todo, hiperenlaces o vínculos a recursos afines) y la ausencia de un buscador específico para los blogs (el existente compila todos los materiales existentes en la plataforma, lo cual dificulta encontrar los artículos). Pero ciertamente, ya quisiéramos tener de este lado del mar una institución con estos propósitos y un recurso tan interesante.

Habrá que seguir la evolución de esta plataforma, que presenta una alternativa más formal y coordinada frente a la caótica espontaneidad y el disperso entusiasmo  que han sido tan típicos de la blogosfera de historia.

Notas sobre las anotaciones académicas: el pasado erudito y el presente digital

El  lector que se acerca hoy día a una obra académica -porque los hay, sí- encontrará que la narración está salpicada de pequeños números consecutivos que remiten a textos donde aparecen referencias a otras publicaciones, abreviaturas tan obscuras como «comp.», «cf.» o «loc.cit.» y comentarios diversos. En lo que podríamos llamar la «tradición humanística», se hallan a pie de página; en las ciencias sociales, al fin del capítulo, o incluso del libro. [1]

Lo que este desconcertado lector encuentra es la derivación moderna de una práctica que comenzó con las glosas hechas por estudiosos

Notas en Ranke, “The ecclesiastical and political history of the popes of Rome…”, 1840
Notas en Ranke, “The ecclesiastical and political history of the popes of Rome…”, 1840

judíos de las Escrituras, y continuó con las anotaciones marginales de los manuscritos medievales (similares a las que aún pueden apreciarse en algunas ediciones bíblicas). Con la aparición de la imprenta y la tipografía, las notas alcanzaron espacios propios, como puede verse en algunas ediciones eruditas del siglo XVIII, hasta llegar a adquirir ciertas convenciones fijas y una difusión general en el siglo XIX. Fue el resultado de un deliberado propósito de acercar la historia a una «ciencia», reconocer su carácter acumulativo y progresivo, reclamar un estatuto de «verdad demostrable»  y separarla así de la novela histórica. También fueron las notas aprovechadas para otros fines útiles o convenientes: breves textos aclaratorios sobre algún personaje, institución o concepto; referencias de obras que podrían ser de interés para el lector; y comentarios personales, que no podían incluirse en el cuerpo del texto porque distraían del argumento principal. Ejemplos notables en este sentido (a veces deliciosamente irónicos) aparecen en las obras de Leopold von Ranke y Edward Gibbon.

Las notas tienen su propia historia, comentada en el libro de Anthony Grafton, The Footnote: A Curious History (London: Faber and Faber, 1997). Lo que aquí me interesa es su evolución actual, en particular lo que parece señalar tanto el apogeo como ciertas transformaciones que ponen en cuestión su razón de ser.

El apogeo viene, como frecuentemente ocurre, de una  multiplicación, sino de un exceso (en inglés se le ha llamado a veces footnotitis). Hay notas extensas, que incluso continúan de una página a la otra por falta de espacio. Es más: hay páginas donde hay más texto en las notas que en el cuerpo narrativo en sí.  Puede explicarse por cierta pedantería académica (un pecadillo del que nos resulta difícil escapar); por la idea de que cuantas más notas haya, más científico y bien fundamentado será un texto; o a veces, simplemente, por pereza y falta de oficio  -cuando no se sabe como insertar un comentario en la narración, se abre la correspondiente anotación, como una especie de muleta retórica. Incluso, aunque parezca extraño para el no iniciado, el contenido de las notas expresa de manera oblicua relaciones de identidad intelectual, solidaridad, exclusión o vinculaciones profesionales (si, a veces por nuestras notas nos conoceréis).   Y también llega el caso de que el procesamiento estadístico de las anotaciones (quien es más o menos citado) se vuelve una socorrida herramienta en la evaluación del trabajo académico. Lo que antes era un apoyo al texto principal ha cobrado una vida propia; como algún célebre monstruo literario, su existencia acaba por atormentar a sus creadores.

La utilidad y funciones (directas e indirectas) de las notas les han permitido sobrevivir en la era digital.  En efecto, los modernos procesadores de texto recogieron su posible inclusión en la correspondiente opción del menú «editar». Lo que hacen, en realidad, es crear automáticamente un «vínculo» (un hyperlink») a otra parte del texto, sin que el autor lo note. Es un procedimiento que se ha hecho tan habitual que ni siquiera pensamos en  él, y menos en su cada vez mayor anacronismo. En efecto ¿cuál es el sentido de apoyarnos en un texto paralelo cuando podemos «enlazar» con toda clase de recursos externos, ya sean otros escritos, catálogos bibliográficos, imágenes o videos? Obsérvese que, tradicionalmente, el lector revisaba y aceptaba las notas como un acto de fe: daba por supuesto que el sustento documental o bibliográfico aludido era tal cual lo presentaba el autor, dado que no podía leer cada libro, documento o ver cada imagen por sí mismo. Esto ya no es tan así, porque de manera tan creciente como inevitable mucho del sustento intelectual de la reflexión académica está disponible para quien desee examinarlo. Lo que era opaco, lejano, deviene cada vez más transparente y accesible.

Lo que estamos presenciando es una especie de inercia tecnológica, la misma que llevó a que los primeros automóviles se parecieran en mucho a un coche de caballos, con su carrocería abierta, grandes ruedas, ausencia de parabrisas y de luces.  Hasta ahora, los autores hemos utilizado la edición digital como si fuese un texto impreso tradicional, con sus típicas convenciones  tipográficas, y la única modificación de que ahora se lee en una pantalla. En este sentido, es interesante ver como las plataformas creadas para textos específicamente escritos para su edición cibernética (como WordPress, en el que escribo este blog) no se han molestado en crear una opción evidente para «notas», aunque técnicamente podrían hacerlo. Ya no son necesarias.

¿Están condenadas las «notas» a desaparecer en cuanto autores y lectores nos habituemos a los recursos (y limitaciones, que también las tiene) de la edición digital?  ¿O más bien lo que veremos es una adecuación a los nuevos tiempos (como proponen algunos programas del estilo de los muy populares Zotero o Endnote)? Al cabo, las anotaciones sobrevivieron la gran transformación que implicó la introducción de la imprenta, y hallaron incluso el modo de crecer, prosperar y hallar inesperadas funciones secundarias. Es algo que sin duda comprobaremos en un futuro muy cercano.

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1. Evidentemente, este texto no podía publicarse sin una nota, en este caso para señalar que en las «ciencias duras» se ha acostumbrado incluir las referencias en el cuerpo del texto, entre paréntesis, y prácticamente suprimir las anteriormente dedicadas a aclaraciones o comentarios. Al parecer, los estudiosos de la cultura y la sociedad somos demasiado verbosos….

Del blog al libro impreso: una propuesta de Natalia Silva Prada

¿Para qué (o porqué) escribe un historiador un blog? Al cabo, se trata de una actividad muchas veces bien apreciada por el público lector, pero sin reconocimiento oficial, que aparentemente no resulta «productiva» a la hora de presentar los concursos, promociones y evaluaciones que van marcando el desarrollo profesional.  Que yo sepa, nadie se ha puesto a averiguar de manera sistemática las razones de los «clíoblogueros», pero en primera instancia las respuestas parecen ser el deseo de divulgar sus investigaciones fuera del estrecho ámbito académico, el interés por la difusión de productos menores y laterales, la voluntad de opinar sobre distintos asuntos institucionales o políticos, y a veces,  simplemente, el entretenimiento  de nuestros inexistentes momentos de ocio (sí, porque así somos de obsesivos…)

ReinosIndias

Natalia Silva Prada, una reconocida historiadora que ha animado un muy interesante blog sobre historia de la cultura política, acaba de presentar una inesperada derivación de sus afanes: la publicación de un libro con los artículos consecutivamente publicados durante dos años, titulado precisamente Los Reinos de las Indias” y el lenguaje de denuncia política en el mundo Atlántico (S. XVI-XVIII): Dos años de aventuras históricas en un blogEs un tránsito en cierta forma paradójico, porque lo habitual ha sido que un libro impreso pase a versión digital (y no a la inversa, como ahora hace).

Como comenta la autora

Cada una de las entradas del blog puede decirse que es una investigación en miniatura, pero cada una de ellas está vinculada a una lógica general: el conocimiento y análisis del significado de las palabras subversivas en el antiguo régimen…..

El libro aborda precisamente las expresiones de una cultura política en las que el temor al muy posible y severo castigo no impedía a sus protagonistas dejar testimonios de sus opiniones críticas, incluso subversivas, mediante pasquines, oraciones ‘religiosas’ burlescas, cartas y rumores. Son temas fascinantes, que prometen muy buena lectura.

Esta publicación (disponible como e-book o en versión impresa) es muy interesante como experimento de divulgación científica. Espero que prospere, que su propuesta tenga seguidores, y que contribuya al muy necesario reconocimiento público e institucional de la actividad bloguera

La blogosfera de historia mexicana en 2012

Como ya ha sido tradición de Clíotropos,  les entrego aqui el listado findeañero de los blogs dedicados a a la historia de México. Mi propósito siempre  ha sido llamar la atención sobre las virtudes de estas «bitácoras» para la difusión de la historia, así como alentar a nuevos autores y comentar tendencias.

Desde luego, el presente listado no  pretende ser exhaustivo. He incluido solamente aquellos blogs  que (en mi modesta opinión) aportan ideas o datos novedosos para el conocimiento del pasado, y que han mantenido cierta regularidad en la publicación de notas a lo largo del año.   No he registrado los institucionales (de los cuales hay ya varios), los que son de apoyo a un curso, editan solamente avisos de actividades, o bien reproducen noticias sin comentarios adicionales. Si considera que alguno falta, envíeme una nota.

Al comparar esta compilación con la de años anteriores, puede apreciarse que algunos  blogs han desaparecido, pero otros han venido a ocupar su  hypotheses.eslugar.  Se aprecia un crecimiento modesto, pero constante.

Como era de esperarse, estos blogs son tan diversos como el carácter y afinidades de quienes los crean. Algunos son temáticos o se dedican a un periodo histórico, pero hay muchos otros que siguen los intereses personales de los autores, que pueden ser muy variados. Entre las tendencias recientes puede apreciarse la intención de vincular de manera más frecuente el pasado con el presente inmediato, y la aparición de proyectos colectivos. Asimismo, es de notarse la aparición del portal en español de Hypotheses,  que ha llevado a varios autores a trasladar sus blogs a esta notable plataforma académica.

Finalmente, si le interesa estar al tanto de manera inmediata de nuevos blogs y notas de interés, puede seguirlos en la página facebook de h-mexico.

BLOGS SOBRE HISTORIA DE MEXICO, activos en 2012

Novedades de este año

Colonial Mexico, de Richard Perry. Arquitectura y patrimonio.

Jocheri erátsikua – Nuestro pensamiento.  Diálogos sobre la enseñanza de la historia.
Blog colectivo de los estudiantes de la maestría en historia de la UMSNH

Pasado y presente de la economía mundial. Blog colectivo.

El presente del pasado. Blog colectivo del Observatorio de Historia

República de las palabras. Blog personal de PaulinaBm.

Toda historia es contemporánea, blog personal de Catherine Andrews

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Los que vienen de tiempo atrás

Ancient Mesoamerica News Updates, de Axhimbalmaya; del mismo autor,  Maya News Updates y Maya Glyph Blog.

Aportaciones Históricas Taurinas de  José Francisco Coello Ugalde

Ayer y hoy de la Iglesia Católica, de David Carbajal López.

La batalla de Monterrey, 1846, de Pablo Ramos

Bibliofilia novohispana, de Marco Fabrizio Ramírez Padilla

Cabezas de Águila, de  Benjamín Arredondo

Calixtlahuaca Archaeological Project,  de Michael E. Smith y otros autores.

Cine silente mexicano, de Luis Recillas Enecoiz

Clionáutica, blog personal de Arno Burkholder de la Rosa.

Clioscopia, de Eder Gallegos
Historia militar, historiografía y temas contemporáneos

Clíotropos, de Felipe Castro Gutiérrez.
Crónicas del amor (y el desamor) de los historiadores por el mundo virtual

Crónica de Torreón, de Sergio Antonio Corona Páez

Cuaderno de notas, blog personal de Víctor Gayol

Espejo de mudanzas, blog personal de Oscar Zárate.

Facetas históricas. Blog  de Luis Ignacio Sánchez Rojas
Sobre el periodo porfiriano y el ejército federal de esa época.

Fotógrafos de la revolución, de Arturo Guevara Escobar.

Historia, crítica y política. Blog personal de Alfredo Avila

Idólatras y herejes en el México colonial, de José Antonio González

Maya Decipherment, de David Stuart.
A Weblog on the Ancient Maya Script

Maya Mythos, de Carl Callaway.

Mayistas, de Rocío García Valgañón

Mexique Ancien, de Bertrand Lobjois.
Blog d´information archéologique sur la Mésoamerique

La nao va,  de Cuauhtemoc Villamar.
El galeón de Manila y la interacción humana que une a América y Asia.

Peregrinaciones en el pasado. Blog personal de Felipe Castro Gutiérrez

Policromía de la historia, de Alejandra López Camacho
Historia conceptual, política, cultural y de la prensa de México y España en el siglo XIX.

Le Projet Uacúsecha, de Marion Forest.

Los protagonistas, de Arturo Guevara Escobar
Sobre historia de la fotografía

El reino de todos los días, blog personal de Bertha Hernández, periodista e historiadora.

Los reinos de las Indias en el Nuevo Mundo, de Natalia Silva Prada.

El señor del hospital, de Benjamín Arredondo.

Tarjetas postales, de Arturo Guevara Escobar.

Tlamatqui, blog sobre documentos históricos.

Un historiador y sus viajes, de Paulo C.

Vámonos al Bable, de Benjamín Arredondo

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Novedades blogueras: El pasado en tiempo presente

Hacía ya buen rato que no aparecía alguna novedad en la blogosfera mexicana de historia. Ahora, casi simultáneamente, se han presentado dos proyectos de interés que dentro de sus obvias diferencias, comparten ciertas características y, curiosamente, tienen títulos parecidos.

El presente del pasado es una publicación del Observatorio de Historia, A.C. Los editores son Halina Gutiérrez Mariscal y Luis Fernando Granados. Esta iniciativa se presenta como «diario» (un propósito atrevido, ciertamente, porque no es fácil mantener un flujo continuo de notas) de autoría múltiple (algo inusual en México), que pretende convocar tanto a integrantes del mencionado «Observatorio» como a otros profesionales de la historia. En el «editorial» inicial se señala que   «…nos parece que tanto la disciplina de la historia como su objeto de estudio tienen una vida que se extiende hasta el presente, influye de manera poderosa en nuestros actos y pensamientos, y nos acompaña todos los días. Esto es, tenemos la convicción de que el pasado y lo que sabemos del pasado sigue siendo hoy aunque a veces no podamos o no queramos verlo. Antiguo o reciente, íntimo o lejano, el pasado y el conocimiento del pasado están lejos de haberse separado de nuestra experiencia cotidiana; antes bien son un ingrediente central de esa experiencia. Por eso queremos decir, con Edmundo O’Gorman, que la historia, ante todo, es vida.»

Los artículos publicados hasta el momento tienen sobre todo que ver con los usos (y abusos) institucionales y gubernamentales de la historia, particularmente relacionados con los últimos ecos conmemorativos bicentenariales. Ocupan, en este sentido, un interesante espacio de convergencia entre periodismo, historia y crítica política.

La plataforma escogida es WordPress, de estilo sobrio y minimalista. Es de observar que el índice de los artículos anteriores queda a pie de página, y por tanto resulta poco visible.

Pasado y presente en la economía mundial es un blog sobre economía e historia económica. Cuenta con un editor, Juan Flores (Departamento de Economia y del Instituto Paul Bairoch de Historia Económica en la Universidad de Ginebra) y como autores  nueve académicos, varios de ellos ya conocidos por sus iniciativas en red, como Bernardo Batiz-Lazo (Bangor University, Gales, editor de NEP-HIS, New Economic Papers in Economic, Business and Financial History) y Carlos Marichal (El Colegio de México, autor de la página web Fuentes para la historia del petróleo en México). Otros son Henry Willebald (Universidad de la República, Uruguay); Esteban A. Nicolini (Universidad Nacional de Tucumán); Aldo Musacchio (Harvard Business School); Juliette Levy (Universidad de California); Xavier Durán (Universidad de los Andes, Bogotá); Rafael Dobado González (Universidad Complutense de Madrid); y Gustavo A. Del Angel Mobarak (Centro de Investigación y Docencia Económicas). Además de su inusual carácter colectivo, este blog tiene una perspectiva cosmopolita, lo cual tampoco es común. Aunque resulte un tanto paradójico en un medio que traspasa fronteras,  la mayor parte de la red mundial de historia han tenido un carácter nacional.

Los  temas abordados por este blog han sido los de la deuda, las crisis financieras, herencias coloniales y la revisión crítica de teorías económicas. En todos ellos, evidentemente, los historiadores de la economía tienen mucho que decir, y lo han hecho con conocimiento y a la vez con el estilo ameno y coloquial  que es muy propio de los medios virtuales.

El sitio está también en WordPress, tiene la habitual presentación de los blogs, con menú lateral, pero con algo muy inusual (y conveniente):  una versión en inglés. Tiene asimismo un «espejo» en Facebook.

Por lo pronto, hay que dar la bienvenida a estos proyectos, y habrá que seguirlos para ver cómo evolucionan con el tiempo.

Alternativas a Wikipedia (4): evaluación y perspectivas

La combinación de la popularidad mundial de Wikipedia, la frustración de muchos wikipedistas con su sistema de edición  anónimo e impredecible, y la inquietud por llevar el conocimiento especializado más allá de los restringidos espacios académicos, ha llevado a la creación de varios sitios «wiki» alternativos, con diferencias combinaciones de  criterios editoriales. La idea es ciertamente atractiva. En este sentido, comenté en notas pasadas los logros y limitaciones de Scholarpedia, Citizendium y The Encyclopedia of Earth, con la idea (no tan implícita) de examinar posibles modelos aplicables para una alternativa en español sobre los temas que nos son cercanos. Podría evidentemente seguir comentando sitios con propósitos similares,  pero me parece que con los reseñados ya tenemos un buen panorama y puedo aventurar algunas conclusiones.

* Pese a todas sus limitaciones, Wikipedia con el tiempo ha logrado establecerse en la conciencia y preferencias del público como sitio de consulta. Ha conseguido asimismo algo muy difícil: reunir una vasta red de colaboradores que escriben y corrigen textos constantemente, sin esperar recompensa ni reconocimiento. Como muestran los casos de Citizendium, y  Knol (de Google) no parece probable que aparezca y se consolide alguna otra enciclopedia similar. Nos agrade o no,  es preferible realizar el esfuerzo para que los textos de Wikipedia sean lo más confiable posibles, aunque a veces parezca arar en el mar.

En cambio, es posible que sitios «wiki» temáticamente especializados (digamos, por decir algo, sobre historia y patrimonio histórico de México), redactado por expertos que le den confiabilidad,  puedan tener un nicho propio y perspectivas interesantes de desarrollo. Esto nos lleva a las diferentes soluciones adoptadas para resolver las delicadas cuestiones  de la autoría, convocatoria de autores, calidad, organización y estructura.

* Autoría: En este indispensable rubro, Scholarpedia se ha ido a un extremo: procura que cada artículo esté redactado por la máxima autoridad reconocida en su campo de conocimiento (o, al menos, alguien que haya investigado el tema, y que cuente con un doctorado).  Encyclopedia of Earth (EoE) ha adoptado un criterio más flexible: acepta investigadores y docentes de posgrados  universitarios, pero también profesores de licenciatura o de enseñanza media,  miembros de ONGs, de agencias gubernamentales, miembros de sociedades científicas, de organizaciones empresariales, y en general cualquier persona que pueda demostrar conocimientos especializados en algún área.

* Convocatoria. La reunión de autores «expertos» presenta considerables dificultades prácticas. Suelen ser personas muy ocupadas, que administran cuidadosamente su tiempo, y que entre artículos, conferencias, cursos y comités no tienen muchos ratos disponibles para actividades adicionales. En general, estas wikis enfatizan un curioso argumento negativo: no son Wikipedia, o sea, reconocen y respeta el derecho de autor,  no hay anonimatos, la contribución es citable, y el entorno es académico. Hace falta evidentemente algo más, y Encyclopedia of Earth ha tratado de presentar argumentos convincentes: el resultado de las investigaciones puede alcanzar públicos más amplios que el de los medios impresos,  es posible actualizar constantemente los artículos, el autor participará en un modelo de publicación en rápida expansión,  y se integrará en una comunidad académica respetada, que comparte y discute objetivos comunes.

Calidad: tanto Scholarpedia como EoE han adoptado un modelo de aprobación similar al de las revistas académicas: los artículos son sometidos a revisión por «pares«, esto es, por otros expertos que conocen el tema. El texto no es publicado hasta que  no se haya respondido adecuadamente a las observaciones de los dictaminadores, a criterio de los editores.  Es algo que para un contribuyente de Wikipedia le parecería una forma inaceptable de censura, pero que es habitual en el entorno académico. No es un procedimiento simple ni exento de errores, pero es el mejor que se ha encontrado.

* Ingeniería social.  Aun así, no es fácil convocar a un número suficientemente numeroso de autores. Un sitio wiki no puede depender del entusiasmo voluntarista de un editor, sino que debe necesariamente integrar una comunidad que  reúna expertos de diferentes temas y épocas, y que por su número permita el trabajo conjunto, la  colaboración y el reparto de tareas.  Y pensar que el prestigio de los miembros de un comité editorial , el respaldo de una o más  institucioneso empresas, criterios adecuados de edición, y una plataforma tecnológica  sofisticada y atractiva atraerán  la atención y el interés de los expertos es algo razonable, pero no seguro.  Pero que vale la pena intentarlo, y que los resultados podrían ser muy interesantes, no me cabe duda.

Internet, el anarquismo cognoscitivo y la necesidad de alternativas

Los primeros años de la web fueron una verdadera revolución tecnológica, pero los cambios en la producción de sus contenidos fueron modestos y graduales. Sobre todo en el ámbito académico, continuaron las formas de comunicación unidireccionales, que iban desde el productor de conocimientos hacia el usuario. Algo era cierto, o al menos creíble (y publicable) porque lo decía una persona que tenía un título, era profesor o investigador en una universidad, funcionario de alguna dependencia gubernamental, escribía en algún periódico reconocido, o había dedicado largos años a opinar sobre el tema. El hecho de que la mayor parte de las páginas web fuesen institucionales o empresariales, y que fuese bastante difícil que un particular creara una propia, aseguraba que estos principios, hábitos y medios mantuvieran una lógica cognoscitiva similar a la de los libros y revistas impresas.

Para bien o para mal, esto ya no es así. Mucho ha tenido que ver la aparición de la llamada «web 2.0», que permite y facilita la comunicación interactiva y debilitó la antigua tajante división entre autor y lector. Hoy día cualquier persona con mínimos conocimientos puede instalar un blog o una página web en media hora,  y de manera gratuita o a precios muy modestos. Y en cuanto a contenidos, Wikipedia no fue la primera, pero sí la más visible y exitosa iniciativa que puso de cabeza las anteriores formas de producción intelectual. Todos los wikipedistas (que además, recuérdese, son anónimos) son iguales entre sí.  El investigador que ha publicado libros e impartido incontables conferencias sobre un tema tiene  la misma popularidad que un adolescente que escribe sus notas apoyándose en enciclopedias u otras páginas web. Como reza el lema de Squidoo, otras de  las enciclopedias colectivas que tanto proliferaron,  «todos somos expertos en algo».

Desde luego, si ser experto quiere decir tener información especializada sobre alguna cosa (desde la receta para un postre delicioso, la mejor manera de cambiar la cadena de una bicicleta, o la fecha de bautizo de Napoleón), no hay duda de que este enunciado es verídico. Sin embargo, información y conocimiento  no son exactamente sinónimos.  El conocimiento implica comprender y analizar  el origen, evolución, funcionamiento de algo, así como sus relaciones con entidades similares y las posibles consecuencias que se derivan de su existencia. En ocasiones, desde luego, nos basta con tener la información necesaria para obtener ciertos resultados prácticos; pero limitarnos a ella sería empobrecer nuestra comprensión del mundo.

Por otro lado, es cierto que  un artículo en web escrito por alguien sin formación especializada  puede ser excelente,  y el redactado por una persona con muchos títulos puede resultar pésimo. No estamos, al cabo, hablando de producción de nuevos conocimientos, sino de su difusión -algo que las instituciones académicas y los investigadores tradicionalmente han  hecho poco y mal. Esto desde luego es muy el caso de la historia, donde los historiadores (a diferencia de los ingenieros o médicos) no pueden (ni deberían) reclamar un monopolio del ejercicio del oficio.

La cuestión principal no es en sí la amenidad o la claridad didáctica, ni las credenciales académicas del autor de un blog o página web, sino la de cuáles son los mecanismos de verificación aceptados  para distinguir la originalidad, calidad, exactitud y pertinencia de una nota o un ensayo entre el caótico mar de contenidos existentes en línea. Evidentemente, en la red hay de todo, desde lo muy valioso, pasando por lo ofensivo hasta llegar a lo banal, repetitivo e intrascendente. El problema es distinguirlo.

En el mundo académico, existen mecanismos elaborados de verificación, que incluyen la revisión y aprobación  «por pares», esto es, por otros expertos en el tema. El público lector (que por lo común es el muy restringido de otros académicos, o estudiantes aspirantes a serlo) toma en cuenta la trayectoria previa del autor y la respetabilidad de la casa editora. Este probado (y engorroso) sistema se adapta mal a la inmediatez de la comunicación actual, donde cada autor puede publicar lo que desea de inmediato y sin verificación previa.

Aunque no fue su objetivo, Google proporcionó impensadamente una alternativa de clasificación jerárquica: los sitios más visitados por el público aparecen en los primeros lugares de los resultados de sus búsquedas.  De aquí se derivó la idea, presente en muchos sistema y servicios en línea, de que los usuarios califiquen  («favoriteen») los sitios más interesantes y confiables. Es  una entidad amorfa y anónima (el «público» o «los lectores») la que representa la sabiduría colectiva y atribuye el criterio de verdad (o de confiabilidad). Es, por ejemplo, el criterio utilizado por Knol, la frustrada enciclopedia de Google  y de otras aplicaciones como Digg, o en español, Menéame donde los usuarios «suben» ciertas notas o noticias, y alcanzan el honor de ser  publicadas en la página principal si los demás usuarios las encuentran suficientemente confiables.  En el campo particular de la historia, lo mismo puede decirse de Historiador.net

Visto en una perspectiva general, el desarrollo de internet ha implicado una rebelión en contra de los «expertos» (como ha ocurrido, por otra parte, con otras  figuras de autoridad). Hay, digamos, cierto implícito anarquismo cognoscitivo. Aunque tampoco se trata de un movimiento organizado ni animado por una reflexión sistemática (sería, en cierta manera, una contradicción) existen pensadores, como Paul Feyerabend, que han sostenido que los científicos no tienen porqué tener un monopolio del conocimiento especializado, y que sus logros concretos no siempre han resultado de de la racionalidad experimental.

Sin entrar por ahora en esta discusión, lo cierto es que mal haríamos en ignorar un medio tan universalmente aceptado sólo porque no nos resulta conocido y previsible, o porque no nos podemos amparar en las formas tradicionales de obtener reconocimiento. Sobre todo en las humanidades, la comunicación de nuestros resultados al público es algo de lo que no podemos prescindir. Algo se ha avanzado en este sentido; por ejemplo, casi todas las revistas académicas especializadas están disponibles en línea. Sin embargo, el contenido y el estilo siguen siendo los propios de los universitarios, que no son los más apropiados para el lector general. Asociarse para tomar ejemplo de iniciativas que han resultado exitosas en la red, pero llevando la exactitud, el rigor y el conocimiento avanzados propios del mundo académico es algo que aun no hemos resuelto debidamente. Deberíamos hacer algo para lo que en principio somos buenos: identificar el problema, analizarlo y proponer soluciones.