Con cierta solemnidad y la presencia de numerosas personalidades el pasado 27 de octubre se presentó Académica, una «plataforma» del Instituto Tecnológico de Teléfonos de México en Tecnologías de la Información, presidido por Javier Elguea.
Académica se define como «una red de investigación e innovación líder en la gestión y difusión del conocimiento, para instituciones de educación e investigación superior en México y países de habla hispana». Cuenta con la participación de más de 160 instituciones, entre las que se hallan las principales universidades y tecnológicos mexicanos, públicos y privados, algunas destacadas escuelas de altos estudios en el extranjero, varias dependencias gubernamentales y centros privados de investigación. En principio, estas instituciones ofrecerán por este medio materiales de consulta, resultados de investigación, encuentros académicos presenciales y en línea, así como vinculación con programas de formación y postgrado.
La parte de «investigación» se divide en dos grandes secciones: Aleph Ciencias Sociales, que se establece como un fondo de recursos digitales de acceso abierto integrado por revistas, libros, documentos de trabajo y fondos históricos puestos a disposición, por el Archivo General de la Nación, el Centro de Estudios de Historia de México Carso, el Centro de Investigación y Docencia Económicas, El Colegio de México y el Fondo de Cultura Económica; y el Repositorio Digital, un acervo formado por revistas, libros, y documentos de las diversas áreas de conocimiento, producidos por instituciones de educación superior y otros organismos educativos. Cuenta asimismo con un espacio para compilación de noticias de interés, agenda, documentos y encuestas.
La vinculación entre instituciones es ciertamente una buena idea, porque si algo ha definido el crecimiento de la presencia científica en el ciberespacio ha sido la dispersión de esfuerzos e iniciativas. Tampoco, ciertamente, está nada mal reunir en un ámbito común a las instituciones de educación superior pública y privada, separadas frecuentemente más por prejuicios arraigados que por cuestiones sustanciales.
Por otro lado, esta plataforma también pretende ser algo más que una reunión de instituciones, y se refiere a una «comunidad digital». «Comunidad» es una palabra que tiene cierto simpático eco romántico, y no puedo menos que encontrarle cierto regusto paradójico en una iniciativa que viene del ámbito de las empresas, donde se piensa en las personas sobre todo como clientes o consumidores. Una comunidad (con cierta interacción, valores compartidos, distribución de roles, jerarquías implícitas y la aparición paulatina de un sentimiento de pertenencia) es algo de laborioso establecimiento. Cuando tiene éxito puede derivar en situaciones imprevisibles; nunca se sabe bien a bien que van a hacer las personas cuando se pone un medio a su disposición. Por lo pronto, Académica ha propuesto varias instancias «sociales» de interés, como aquí abajo puede verse. Ya veremos hacia donde derivan…
Hay también otras situaciones que inevitablemente se presentarán en esta plataforma. Las universidades están habituadas a la diversidad de ideas y opiniones, por radicales y extremas que sean; basta con que estén debidamente fundamentadas y se presenten con un argumento defendible. ¿Habrá la misma tolerancia en Académica? La empresa que sostiene con sus recursos esta iniciativa tiene, como es lógico, compromisos, intereses, preferencias y asociados de negocios. Y aunque muchos temas científicos son poco controvertidos, hay asuntos y contenidos que aparecerán en esta plataforma que son tema de encendidas polémicas en la prensa periódica actual, y que pueden resultar molestos, incómodos, incluso reprobables para muchas personas.
Hay, desde luego, precedentes aplicables. En Estados Unidos es común que grandes corporaciones sostengan iniciativas en el ámbito de las ciencias sociales y humanidades, cuando están vinculadas a instituciones reconocidas e investigadores de prestigio. En su mayor parte, siguen el principio de abstenerse de toda intervención directa en los contenidos y conclusiones (la indirecta, a través del financiamiento, es otro asunto). ¿Tendrá Telmex la misma tolerancia y distancia, sin la cual no puede realmente prosperar una instancia académica? Así es de esperarse.
Otra cuestión mayor es la calidad y pertinencia de las contribuciones. No existe en Académica una instancia de revisión: en principio todos los contenidos son inmediatamente publicados. Podría evidentemente decirse que el cuidado de la calidad corresponde a las instituciones participantes, pero es solo una mediana garantía. En efecto, si bien en la lista de «asociadas» hay instituciones con una sólida (aunque a veces engorrosa) práctica de dictamen previo de cualquier trabajo, hay también otras donde esta tradición no está igualmente asentada. También debe tenerse en cuenta que esta plataforma acepta contribuciones de usuarios individuales (más de 800, actualmente), desde luego sin control alguno, más allá de algunas reservas legales.
El problema es que en cualquier medio de este género existe una versión social de la Ley de Gresham: los contenidos mediocres acaban por ahuyentar y expulsar a los de buena calidad. Conviene aludir a la solución adoptada por otras plataformas que también publican contenidos académicos. Wikipedia depende de una comunidad que corrige incesantemente ( y «sin piedad»), todos los artículos. Knol (*ver al final actualización sobre este servicio), la enciclopedia temática y colectiva de Google, opta por una solución distinta: los artículos más consultados por los usuarios aparecen en las búsquedas en primeros lugares, de modo que la calificación depende de una instancia colectiva, anónima e impersonal.
Todavía es muy temprano para formarse una opinión formal de Académica. Como cualquier otra iniciativa de este género, tendrá que irse adaptando a los imprevisibles desafíos que le presente su evolución. Por lo pronto, es de desearle el mejor de los éxitos.
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Actualización: Google ha anunciado en su blog oficial que Knol será descontinuado a partir de abril de 2012. La corporación ha comprobado que una cosa es distribuir u organizar contenidos, y otra muy distinta generarlos, a pesar de los vastos e ingeniosos recursos técnicos disponibles.