Por qué escribir un blog académico: los motivos y los resultados

Hace unos días, Francisco García-Jurado, autor del excelente blog Reinventar la antigüedad escribió una nota de la que aquí he recogido en parte el título. Dice que

«…al menos para mí, los blogs académicos son preciosas tentativas para esbozar textos e ideas que luego me sirvan como materiales reelaborables. En este sentido, los blogs se parecen mucho a los ensayos, sobre todo por la libertad que implica su redacción, no tan sujeta a la tiranía de los textos “definitivos”. Asimismo, la posibilidad de poderlos corregir a posteriori confiere a su escritura vivacidad y hasta cierta audacia que no siento cuando hay que cerrar otro tipo de prosas de manera ‘irreversible’.

Para este filólogo dedicado a los estudios clásicos, la escritura de sus blogs es complementaria a la de sus ensayos más formales, y también le resulta útil para mostrar el “cómo se hizo” determinado trabajo, o cuáles fueron las circunstancias en que nació una idea concreta, lo cual siempre es de mucho interés para el lector.

Este texto me llevó a pensar en las razones por las cuáles comencé mis escrituras blogueras, allá por el año de 2007. Al principio, me interesaba seguir lo que llamé «el amor y el desamor de los historiadores por el ciberespacio» en el blog Clíotropos, a manera de un observatorio que comentara la evolución de su uso y ambigua aceptación. Luego, como derivación natural, inauguré otra «bitácora» titulada Peregrinaciones sobre el pasado, sobre mis investigaciones particulares.

Inicié estos blogs en gran medida porque ya era posible hacerlo. Esto es, en los albores del internet la posibilidad de publicar estaba de hecho restringida por las dificultades técnicas y las restricciones del «hospedaje» en línea. En cambio, llegó un momento en el cual establecer y dar mantenimiento a un blog de aspecto profesional era algo que podía hacerse fácilmente en WordPress o Blogger, por citar las dos plataformas más populares. Definitivamente, no requería aprender programación; y era gratuito, lo cual también era de tenerse en alguna consideración.

* En cuanto a los motivos, los blogs para mí fueron un experimento en «des-intermediación». Por lo común, los académicos dependemos de instituciones y editoriales que reciben nuestros escritos y luego de una prolongada serie de instancias y procesos técnicos, les dan la debida difusión impresa. En cambio, los blogs nos permiten comunicamos con el público lector de manera directa e inmediata. Desde luego, no tengo nada en contra de las instituciones académicas, y sus protocolos y requerimientos tienen su razón de ser. Pero publicar por mi cuenta, cuando yo lo deseara, sin depender de nadie más, fue algo liberador.

* Me interesaba mostrar al lector (que muchas veces tiene una imagen bastante imprecisa de lo que realmente hacemos) no solamente el resultado, sino también las fases previas de una investigación, esto es, todo aquello que al final desaparece para mostrar el producto terminado. La posibilidad de recibir comentarios me resultaba, también, atractiva.

* Asimismo, quería difundir e incentivar el uso de los blogs entre la comunidad académica como un recurso versátil y útil, al igual que promover su reconocimiento por parte de las instituciones.

En perspectiva, tendría que decir que algunos de estos propósitos se cumplieron, y otros no tanto. Disfruté de la redacción de mis blogs, aunque mi capacidad para mantenerlos activos ha tenido sus altibajos, siguiendo las alternativas del trabajo académico. No se trata exactamente del tiempo disponible, sino más bien que mis «picos» de actividad bloguera han coincidido con el inicio y fin de diversos proyectos. En este sentido, los blogs me han servido bien para publicar ideas tentativas, avances parciales  y resultados secundarios que no podían tener otro lugar.

El número de «visitas» (tal como se refleja en las estadísticas que las plataformas recopilan automáticamente) no ha sido  espectacular, pero muestra un interés sostenido del público; hay notas que escribí hace muchos años que siguen siendo leídas. Los comentarios, en cambio, han sido muy esporádicos.

En cuanto al entorno académico, me consta que algunos colegas (no demasiados…) leen mis notas con asiduidad, incluyen los «vínculos» correspondientes en sus espacios en Twitter o Facebook, y algún contenido ha sido utilizado como materia de artículos publicados en revistas especializadas. La recepción parece haber sido más amplia entre estudiantes de posgrado, y hace unos meses tuve la satisfacción de ver como un párrafo de una mis notas aparecía en el epígrafe de una tesis.

Las instituciones académicas mexicanas, por su lado, no acaban de comprender o aceptar un género de publicación independiente, que no se desarrolla en los habituales y bien supervisados carriles administrativos.  Es algo que contrasta, ciertamente, con lo que ocurre en España, Francia o Alemania, donde la plataforma de Hypotheses* y el apoyo formal de algunas instituciones innovadoras han generado un crecimiento muy prometedor en la cantidad y calidad de los blogs.

En resumen, si algún colega o joven investigador me preguntara si tiene sentido el esfuerzo necesario para iniciar y mantener un blog, mi respuesta sería sin duda afirmativa. Es una empresa que depara satisfacciones personales, permite una mayor difusión social del conocimiento y atrae cierto reconocimiento profesional. Pero, por otro lado, hay que conocer los límites que puede tener el impacto de un blog de temática académica, en inevitable y desigual competencia con la multiforme y casi infinita oferta de contenidos en línea; y tener claro que la aceptación pública es por lo común algo que llega sólo después de mucho tiempo de edición constante.

Desde luego, los blogs y su empleo tienen una historia que continúa en desarrollo. Y su utilización futura probablemente deparará, como siempre ocurre en el ciberespacio, derivaciones sorprendentes e inesperadas.

Actualización (01/03): Si le interesó este artículo, puede que también encuentre de buena lectura las sugerentes reflexiones de Elena Azofra, autora del blog Morflog, sobre el mismo tema.

 

 

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* El autor forma parte del consejo científico de esta plataforma.

Notas sobre las anotaciones académicas: el pasado erudito y el presente digital

El  lector que se acerca hoy día a una obra académica -porque los hay, sí- encontrará que la narración está salpicada de pequeños números consecutivos que remiten a textos donde aparecen referencias a otras publicaciones, abreviaturas tan obscuras como «comp.», «cf.» o «loc.cit.» y comentarios diversos. En lo que podríamos llamar la «tradición humanística», se hallan a pie de página; en las ciencias sociales, al fin del capítulo, o incluso del libro. [1]

Lo que este desconcertado lector encuentra es la derivación moderna de una práctica que comenzó con las glosas hechas por estudiosos

Notas en Ranke, “The ecclesiastical and political history of the popes of Rome…”, 1840
Notas en Ranke, “The ecclesiastical and political history of the popes of Rome…”, 1840

judíos de las Escrituras, y continuó con las anotaciones marginales de los manuscritos medievales (similares a las que aún pueden apreciarse en algunas ediciones bíblicas). Con la aparición de la imprenta y la tipografía, las notas alcanzaron espacios propios, como puede verse en algunas ediciones eruditas del siglo XVIII, hasta llegar a adquirir ciertas convenciones fijas y una difusión general en el siglo XIX. Fue el resultado de un deliberado propósito de acercar la historia a una «ciencia», reconocer su carácter acumulativo y progresivo, reclamar un estatuto de «verdad demostrable»  y separarla así de la novela histórica. También fueron las notas aprovechadas para otros fines útiles o convenientes: breves textos aclaratorios sobre algún personaje, institución o concepto; referencias de obras que podrían ser de interés para el lector; y comentarios personales, que no podían incluirse en el cuerpo del texto porque distraían del argumento principal. Ejemplos notables en este sentido (a veces deliciosamente irónicos) aparecen en las obras de Leopold von Ranke y Edward Gibbon.

Las notas tienen su propia historia, comentada en el libro de Anthony Grafton, The Footnote: A Curious History (London: Faber and Faber, 1997). Lo que aquí me interesa es su evolución actual, en particular lo que parece señalar tanto el apogeo como ciertas transformaciones que ponen en cuestión su razón de ser.

El apogeo viene, como frecuentemente ocurre, de una  multiplicación, sino de un exceso (en inglés se le ha llamado a veces footnotitis). Hay notas extensas, que incluso continúan de una página a la otra por falta de espacio. Es más: hay páginas donde hay más texto en las notas que en el cuerpo narrativo en sí.  Puede explicarse por cierta pedantería académica (un pecadillo del que nos resulta difícil escapar); por la idea de que cuantas más notas haya, más científico y bien fundamentado será un texto; o a veces, simplemente, por pereza y falta de oficio  -cuando no se sabe como insertar un comentario en la narración, se abre la correspondiente anotación, como una especie de muleta retórica. Incluso, aunque parezca extraño para el no iniciado, el contenido de las notas expresa de manera oblicua relaciones de identidad intelectual, solidaridad, exclusión o vinculaciones profesionales (si, a veces por nuestras notas nos conoceréis).   Y también llega el caso de que el procesamiento estadístico de las anotaciones (quien es más o menos citado) se vuelve una socorrida herramienta en la evaluación del trabajo académico. Lo que antes era un apoyo al texto principal ha cobrado una vida propia; como algún célebre monstruo literario, su existencia acaba por atormentar a sus creadores.

La utilidad y funciones (directas e indirectas) de las notas les han permitido sobrevivir en la era digital.  En efecto, los modernos procesadores de texto recogieron su posible inclusión en la correspondiente opción del menú «editar». Lo que hacen, en realidad, es crear automáticamente un «vínculo» (un hyperlink») a otra parte del texto, sin que el autor lo note. Es un procedimiento que se ha hecho tan habitual que ni siquiera pensamos en  él, y menos en su cada vez mayor anacronismo. En efecto ¿cuál es el sentido de apoyarnos en un texto paralelo cuando podemos «enlazar» con toda clase de recursos externos, ya sean otros escritos, catálogos bibliográficos, imágenes o videos? Obsérvese que, tradicionalmente, el lector revisaba y aceptaba las notas como un acto de fe: daba por supuesto que el sustento documental o bibliográfico aludido era tal cual lo presentaba el autor, dado que no podía leer cada libro, documento o ver cada imagen por sí mismo. Esto ya no es tan así, porque de manera tan creciente como inevitable mucho del sustento intelectual de la reflexión académica está disponible para quien desee examinarlo. Lo que era opaco, lejano, deviene cada vez más transparente y accesible.

Lo que estamos presenciando es una especie de inercia tecnológica, la misma que llevó a que los primeros automóviles se parecieran en mucho a un coche de caballos, con su carrocería abierta, grandes ruedas, ausencia de parabrisas y de luces.  Hasta ahora, los autores hemos utilizado la edición digital como si fuese un texto impreso tradicional, con sus típicas convenciones  tipográficas, y la única modificación de que ahora se lee en una pantalla. En este sentido, es interesante ver como las plataformas creadas para textos específicamente escritos para su edición cibernética (como WordPress, en el que escribo este blog) no se han molestado en crear una opción evidente para «notas», aunque técnicamente podrían hacerlo. Ya no son necesarias.

¿Están condenadas las «notas» a desaparecer en cuanto autores y lectores nos habituemos a los recursos (y limitaciones, que también las tiene) de la edición digital?  ¿O más bien lo que veremos es una adecuación a los nuevos tiempos (como proponen algunos programas del estilo de los muy populares Zotero o Endnote)? Al cabo, las anotaciones sobrevivieron la gran transformación que implicó la introducción de la imprenta, y hallaron incluso el modo de crecer, prosperar y hallar inesperadas funciones secundarias. Es algo que sin duda comprobaremos en un futuro muy cercano.

……..
1. Evidentemente, este texto no podía publicarse sin una nota, en este caso para señalar que en las «ciencias duras» se ha acostumbrado incluir las referencias en el cuerpo del texto, entre paréntesis, y prácticamente suprimir las anteriormente dedicadas a aclaraciones o comentarios. Al parecer, los estudiosos de la cultura y la sociedad somos demasiado verbosos….

Historia, sociología y antropología de América Latina en Revues.org

La plataforma de publicaciones Revues.org es parte del notable esfuerzo francés por llevar las humanidades y las ciencias sociales a la red de redes. En ella pueden encontrarse artículos de interés para los estudiosos de la historia, la sociología y la antropología de América Latina. Son de particular relevancia (sin que est lista sea, evidentemente, exhaustiva):

Amérique Latine. Histoire et Mémoire, es una revista publicada por el grupo de investigación del mismo nombre, ubicado en Université Paris-VIII. Se ha dedicado en sus diversos números, desde el año 2000,  a temas de migración, identidad, educación, religión y política, con una perspectiva historiográfica. Acepta contribuciones en español, portugués, francés e inglés.

Amerika publica números temáticos semestrales sobre la problemática de la memoria, la identidad y los territorios de América Latina (anglófonos, francófonos, luso e hispanohablantes), desde el siglo XIX al presente. Es un espacio de encuentro y debate del Laboratoire Interdisciplinaire de Recherche sur les Amériques, de la Université de Rennes.

Anthropology of food es una revista digital bilingüe (inglés y español), publicada por una red de investigadores  que desde 1999 comparten un interés por la alimentación vista desde la perspectiva de las ciencias sociales. Su enfoque geográfico es muy diverso, y desde luego incluye América Latina, como lo muestra el volumen publicado sobre Modèles alimentaires et recompositions sociales en Amérique latine.

La venerable Sociedad de Americanistas es bien conocida por los investigadores latinoamericanos en razón de su larga trayectoria. Edita  un Journal desde 1895, en línea en Revues desde 2001 (los números anteriores están disponibles en Persée), que acepta artículos en francés, inglés, español, portugués e incluso alemán e italiano.

IdeAs. Idées d´Amériques es una muy reciente propuesta del Institut des Amériques que procura una aproximación multidisciplinaria a la ciencias sociales y las humanidades. La revista estudia la totalidad del continente americano, en una perspectiva comparativa y trasnacional, y con un énfasis particular en la superación de la división tradicional entre latinoamericanistas y «norteamericanistas». Publica artículos en francés, inglés y español;

y, desde luego, Nuevo Mundo. Mundos Nuevos, una de las publicaciones más relevantes en el diálogo transatlántico de estudiosos de América Latina y el mundo hispánico. Es editada actualmente por el centro de investigación  MASCIPO («Mondes Américains, Sociétés, Circulations, Pouvoirs», CNRS).  Se publica en cuatro idiomas: español, francés, portugués, e inglés.

Revues cuenta actualmente con 317 publicaciones periódicas, y agrega constantemente nuevos títulos. Como parte de la  plataforma OpenEdition (que incluye también Hypothèses y Calenda), se halla actualmente en un proceso  de internacionalización, y de asociación de proyectos  e instituciones afines.

Presentación de OpenEdition / Hypothèses en México

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

Instituto de Investigaciones Históricas

Presentación de OpenEdition,

portal para la edición electrónica en Open Access en Ciencias Sociales y Humanidades

OpenEdition reúne las plataformas Revues.org, portal de revistas, Calenda, agenda científica, e Hypotheses.org, plataforma de blogs académicos.

OpenEdition es una iniciativa del Cléo, Centre pour l’Édition Électronique Ouverte, laboratorio del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS), l´École des Hautes Études en Sciences Sociales, Universidad de Provence y Universidad de Avignon.

En este taller se presentarán las diferentes plataformas, y particularmente el portal Hypotheses.org, una de las plataformas de blogging científico en Ciencias Sociales y Humanidades más potentes de Europa, compuesta actualmente de más de 300 blogs y de una comunidad de blogueros de más de 600 investigadores. Con la presentación del nuevo proyecto plataforma para la comunidad hispanohablante, Hypotheses.org inicia el desarrollo de portales lingüísticos en colaboración con instituciones del mundo entero.

con la participación de Frédérique Muscinési,

community manager de Hypotheses

Miércoles 15 de febrero de 2012, 17 horas.

Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM

Salón Académico, segundo piso.

Circuito Maestro Mario de la Cueva, s/n,

Zona Cultural, Ciudad Universitaria, Coyoacán, 04510, México, D.F.

Ubicación (mapa)

Accesible actualmente por la estación «Centro Cultural Universitario» del Metrobús.

Académica, la plataforma educativa de Telmex: una primera impresión

Con cierta solemnidad y  la presencia de numerosas personalidades  el pasado 27 de octubre se presentó Académica, una «plataforma» del Instituto Tecnológico de Teléfonos de México en Tecnologías de la Información, presidido por Javier Elguea.

Académica se define como «una red de investigación e innovación líder en la gestión y difusión del conocimiento, para instituciones de educación e investigación superior en México y países de habla hispana». Cuenta con la participación de más de 160 instituciones, entre las que se hallan las principales universidades y tecnológicos mexicanos, públicos y privados, algunas destacadas escuelas de altos estudios  en el extranjero, varias dependencias gubernamentales  y centros privados de investigación.  En principio, estas instituciones ofrecerán por este medio materiales de consulta, resultados de investigación,  encuentros académicos presenciales y en línea, así como vinculación con programas de formación y postgrado.

La parte de «investigación» se divide en dos grandes secciones: Aleph Ciencias Sociales, que se establece como un fondo de recursos digitales de acceso abierto integrado por revistas, libros, documentos de trabajo y fondos históricos puestos a disposición, por el Archivo General de la Nación, el Centro de Estudios de Historia de México Carso,  el Centro de Investigación y Docencia Económicas, El Colegio de México y el Fondo de Cultura Económica; y el Repositorio Digital, un acervo formado por revistas, libros, y documentos  de las diversas áreas de conocimiento, producidos por instituciones de educación superior y otros organismos educativos. Cuenta asimismo con un espacio para compilación de noticias de interés, agenda, documentos y encuestas.

La vinculación entre instituciones es ciertamente una buena idea, porque si algo ha definido el crecimiento de la presencia científica en el ciberespacio ha sido la dispersión de esfuerzos e iniciativas. Tampoco, ciertamente, está nada mal reunir en un ámbito común a las  instituciones de educación superior pública y privada, separadas frecuentemente más por prejuicios arraigados que por cuestiones sustanciales.

Por otro lado, esta plataforma también pretende ser algo más que una reunión de instituciones, y se refiere a una «comunidad digital».   «Comunidad» es una palabra que tiene cierto simpático eco romántico, y no puedo menos que encontrarle cierto regusto paradójico en una iniciativa que  viene del ámbito de las empresas, donde se piensa en las personas sobre todo como clientes o consumidores. Una comunidad (con cierta interacción, valores compartidos, distribución de roles, jerarquías implícitas  y la aparición paulatina de un sentimiento de pertenencia) es algo de laborioso  establecimiento. Cuando tiene éxito puede derivar en situaciones imprevisibles; nunca se sabe bien a bien que van a hacer las personas cuando se pone un medio a su disposición. Por lo pronto, Académica ha propuesto varias instancias «sociales»  de interés, como aquí abajo puede verse.  Ya veremos hacia donde derivan…

Hay también otras situaciones que inevitablemente se presentarán en esta plataforma. Las universidades están habituadas a la diversidad de ideas y opiniones, por radicales y extremas que sean; basta con que estén debidamente fundamentadas y se presenten con un argumento defendible. ¿Habrá la misma tolerancia en Académica? La empresa que sostiene con sus recursos esta iniciativa tiene, como es lógico, compromisos, intereses, preferencias y asociados de negocios. Y aunque muchos temas científicos son poco controvertidos, hay asuntos  y  contenidos que aparecerán en esta plataforma que son tema de encendidas polémicas en la prensa periódica actual, y que pueden resultar molestos, incómodos, incluso reprobables para muchas personas.

Hay, desde luego, precedentes aplicables. En Estados Unidos es común que grandes corporaciones sostengan iniciativas en el ámbito de las ciencias sociales y humanidades, cuando están vinculadas a instituciones reconocidas e investigadores de prestigio. En su mayor parte, siguen el principio de  abstenerse de toda intervención directa en los contenidos y conclusiones (la indirecta, a través del financiamiento, es otro asunto).  ¿Tendrá Telmex la misma tolerancia y distancia, sin la cual no puede realmente prosperar una instancia académica? Así es de esperarse.

Otra cuestión mayor es la calidad y pertinencia de las contribuciones.  No existe en Académica una instancia de revisión: en principio todos los contenidos son inmediatamente publicados.  Podría evidentemente decirse que el cuidado de la calidad  corresponde a las instituciones participantes, pero es solo una mediana garantía. En efecto, si bien en la lista de «asociadas»  hay instituciones con una sólida (aunque a veces engorrosa) práctica de dictamen previo de cualquier trabajo, hay también otras donde esta tradición no está igualmente asentada. También debe tenerse en cuenta que esta plataforma acepta contribuciones de usuarios individuales (más de 800, actualmente), desde luego sin control alguno, más allá de algunas reservas legales.

El problema es que en cualquier medio de este género existe una versión social de la Ley de Gresham: los contenidos mediocres acaban por ahuyentar y expulsar a los de buena calidad. Conviene aludir a la solución adoptada por otras plataformas que también publican contenidos académicos. Wikipedia depende de una comunidad  que corrige incesantemente  ( y «sin piedad»),  todos los artículos. Knol (*ver al final actualización sobre este servicio), la enciclopedia temática y colectiva de Google, opta por una solución distinta: los artículos más consultados por los usuarios aparecen en las búsquedas en primeros lugares, de modo que la calificación depende de una instancia colectiva, anónima e impersonal.

Todavía es muy temprano para formarse una opinión formal de Académica. Como cualquier otra iniciativa de este género, tendrá que irse adaptando a los imprevisibles desafíos que le presente su evolución. Por lo pronto, es de desearle el mejor de los éxitos.

…………

Actualización: Google ha anunciado en su blog oficial que Knol será descontinuado a partir de abril de 2012. La corporación ha comprobado que una cosa es distribuir u organizar contenidos, y otra muy distinta generarlos, a pesar de los vastos e ingeniosos recursos técnicos disponibles.

Novedad: la Biblioteca Digital Mexicana

Hace un par de semanas se anunció la puesta en línea de la Biblioteca Digital Mexicana, auspiciada por cuatro instituciones : el Archivo General de la Nación, la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (INAH), el Centro de Estudios de Historia de México – Carso, y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Como menciona en su portada, esta iniciativa parte de la colaboración establecida para integrar la sección mexicana de la Biblioteca Digital Mundial , y como es obvio reproduce los documentos allí incluidos (notablemente, varios códices), pero también ha agregado y espera agregar muchos otros.

No es la primera iniciativa mexicana de edición digital de fondos históricos.  Desde hace algún tiempo están en marcha la Colección Digital de la Universidad de Nuevo León,  la Biblioteca Digital Bicentenario, el portal México de la Biblioteca Virtual Cervantes y el portal Primeros libros.

La BDM, sin embargo, destaca por su orientación hacia la digitalización de códices y manuscritos. Es una iniciativa muy oportuna y bienvenida, tanto por las facilidades de acceso que proporciona a estos materiales como porque de esa manera un conjunto de testimonios tan valiosos como frágiles, sujetos al deterioro y accidentes, obtienen la seguridad de su preservación.

La selección, por lo que puede apreciarse, va hacia los documentos «de prestigio» o «notables» (similar, en este sentido, a macroproyectos nacionales como el Gallica de la Biblioteca Nacional de Francia). Otras iniciativas, típicamente promovidas por archivos nacionales, se han orientado a digitalizar todo el pasado documental, sin distinción, como lo hace nuestro Archivo General de la Nación, o bien cierto género, como el de los códices, que lleva adelante el proyecto Amoxcalli.  No son, desde luego, perspectivas contrapuestas; más bien difieren en sus intenciones y su público.

Del punto de vista técnico, los materiales están organizados por periodos;  La presentación»carga» en pantalla rápidamente, aunque al tratarse de imàgenes, los materiales son «pesados». Hay breves textos explicatorios y una ficha con elementos catalográficos (fecha, lugar, tiempo, palabras claves, tipo, descripción física, institución) que aún no son «cliqueables». No está nada mal para comenzar, pero ciertamente podrían incorporarse otras modalidades de búsqueda, conexión y navegación por el sitio.

Como ya había comentado en alguna ocasión, uno de los problemas de las iniciativas digitalizadoras del patrimonio documental y bibliográfico ha sido la dispersión de recursos y la redundancia de esfuerzos. Falta ver, desde luego, si otras instituciones se unirán a esta necesaria y meritoria plataforma. Los organizadores han hecho asimismo algunas propuestas para incorporar repositorios extranjeros que tienen materiales valiosos sobre México. Por lo pronto, habrá que estar atento a sus novedades.

Arte tipográfico y letras capitulares, disponibles en red

S i ha seguido este blog con alguna frecuencia, habrá  probablemente notado que en ocasiones aparecen bellas y elaboradas letras capitulares al principio de cada nota. Este arte tipográfico, de antigua tradición, procede del repositorio que ofrece  Jessica Hische, en su página Daily Drop Cap Como dice en su introducción

The Daily Drop Cap is an ongoing project…Each day (or at least each WORK day), a new hand-crafted decorative initial cap will be posted for your enjoyment and for the beautification of blog posts everywhere…Daily Drop Caps should be used in blog posts only and not for personal logos or branding. Daily Drop Caps cannot be used in any printed materials or stationery. Enjoy!

Como es posible que una artista tenga la inspiración, el tiempo y la paciencia para realizar todos los días una pequeña maravilla tipográfica es algo que nunca deja de sorprendeme.  Y, realmente, sus contribuciones a la edición en línea son grandemente disfrutables. Gracias, Jessica.

Las revistas académicas digitales y el embargo de visualización

L a transición de las revistas impresas a versiones digitales ha transcurrido raudamente. Hace una década era una rara y audaz innovación; hoy, por el contrario, resulta inusual que una publicación de prestigio no tenga su edición «en línea». No ha sido fácil, desde luego, y por el camino se han presentado múltiples dudas, vacilaciones y rectificaciones. Una de las mayores renuencias ha tenido que ver con el temor de perjudicar la venta de las ediciones impresas y, por ende, la recuperación de costos.  Por esta razón, las versiones digitales de muchas revistas tienen un periodo de «embargo», usualmente de seis meses,  en el cual el último número solamente puede consultarse en la edición impresa.  Es, por ejemplo, la recomendación del Consejo Científico Europeo.

En una reunión realizada en marzo pasado, en ocasión del 10. aniversario de Nuevo Mundo – Mundos Nuevos, Ramón B. Rodríguez, Natividad Sastre y Cristina Gutiérrez, vinculados con el Departamento de Publicaciones del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, argumentaron que

El embargo de acceso a los contenidos que aplican ambas revistas no es un aspecto que juegue a favor, ya que su efecto es que los contenidos más recientes sean los de menor difusión. Existe un cierto prejuicio hacia la publicación abierta, en el sentido de suponerla de menor calidad; sin embargo, dado el buen posicionamiento que ya tienen las dos revistas en sistemas de indización internacionales que respaldan la calidad de sus contenidos, es muy posible que un levantamiento de la restricción de acceso no resultara perjudicial, sino todo lo contrario.

El texto completo de la ponencia, con los cuadros estadísticos que respaldan esta propuesta, puede verse aquí

Pasando del dicho al hecho, Revista de Indias anunció hace poco que en adelante se levantará el embargo semestral para la visualización de sus nuevos contenidos. Es una medida muy interesante, cuyos efectos habrá que ver  en el tiempo.

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Actualización, 29/11/2010:  El Anuario de Estudios Americanos acaba de suprimir asimismo el embargo semestral, y está enteramente disponible en su versión en línea.

Publicando con Issuu

Hace cosa de un año, al hablar de Herramientas en línea, comentaba que la aparición de la «red mundial» hacía posible establecer una comunicación fácil y eficiente entre el investigador y el público, y que ya existían espacios de publicación  en línea gratuitos (o con servicios satisfactorios en su versión sin costo).  Mencioné como una de estas opciones a Issuu, sin hacer más observaciones debido a que realmente no tenía muchos ejemplos concretos de publicaciones sobre historia de América. No puede decirse que desde entonces haya ocurrido una avalancha de autores, pero sí hay suficientes para poder hacer algunos comentarios.

Issuu está en línea desde 2007.  Es técnicamente hablando un visor de documentos pdf como otros ya existentes. Su principal atractivo es la  experiencia de visualización, muy similar a una revista «real»,  con una presentación de «páginas en miniatura» que pueden navegarse de manera fluida, como si se «hojeara» un libro. El efecto es sorprendente, aunque al principio causa también algo de desconcierto (la imagen parece que nunca termina de moverse). Cuando una página interesa al lector, es fácil agrandarla a un tamaño que permita su cómoda consulta. Este video en yotube presenta (en inglés) estas características de manera sintética.

El sistema es muy apropiado para documentos con mucho material gráfico, por lo cual hay muchas revistas ilustradas («magazines»), comics y manuales. Cambridge University Press, por ejemplo, ha publicado aquí numerosos títulos, principalmente relacionados con enseñanza de idiomas, pero también alguno sobre historia de América Latina. En lo referente a historia, Oscar Flores, un investigador de la Universidad de Monterrey, ha editado en este sitio varias de sus obras.

Desde luego, no existe una revisión editorial que examine y certifique contenidos. Como en otros sitios que presentan redes sociales, es una entidad colectiva y anónima (en este caso, el conjunto de usuarios) la que recomienda las publicaciones, lo cual resulta en un índice de «más populares» y «más comentados». Los autores pueden tener su página particular, un buzón, «amigos» y «subscriptores» que reciben automáticamente avisos de las novedades, muy al estilo Facebook.  También es posible integrarse a grupos de autores con intereses afines; de manera sintomática, los más populares son de arte, fotografía y moda. Como ocurre con otras innovaciones en web, habrá que ver si Issuu crece para convertirse en un éxito de la edición en línea o bien es una moda pasajera, utilizada solamente por autores con intereses y necesidades muy específicas.

Una revisión de Docs, un editor de Microsoft para Facebook

Facebook es una red social ingeniosa, entretenida, pero cuya utilidad para actividades académicas me parece bastante limitada. A lo sumo, pueden crearse páginas informativas que permiten alguna interacción, como puede verse en la de H-MEXICO. Sin embargo su popularidad es tal que permite suponer que puede haber cosas de interés en su futuro, sobre todo porque muchos desarrolladores (corporativos o sin ánimos de lucro) han comenzado a establecer productos que se conectan con esta red social. Es, simplemente, un recurso que ya no puede omitirse como moda pasajera.

La forma más elemental es establecer un «plugin» y una «app» que permitan  reproducir contenidos de otros productores (como twitter o wordpress) en un «muro» o «página» facebook. Sin embargo, esta es una modalidad limitada, que no utiliza a cabalidad los recursos «sociales» de Facebook.

Microsoft, una compañía que tiene la tendencia de llegar siempre tarde y con renuencia al ciberespacio, parece  últimamente dispuesta a recuperar terreno. Entre otros aspectos, esto se muestra en la aparición de Docs, un editor de textos que aprovecha plenamente las posibilidades comunicativas  de Facebook.

Docs, por ejemplo,  permite emplear el login u openID de Facebook y, utilizar asimismo  sus características de red social restringida (el usuario puede poner sus documentos como «públicos», accesibles sólo por sus «amigos» o por algunos de ellos). Asimismo, los demás miembros de la red  personal pueden (opcionalmente)  editar el texto, como espacios colaborativos.

Es posible crear una «pestaña» de Docs en el «perfil» del usuario de Facebook, y los documentos editados pueden (o no) aparecer automáticamente en  el «muro». No es necesario siquiera tener la «suite» de Office de Microsoft instalada en la propia computadora, aunque se ofrece la posibilidad de editar textos con estos programas, algo que al parecer va integrarse plenamente en la próxima versión 2010.

Los documentos pueden ser textos Word, bases de datos Excel o presentaciones Power Point, en versiones simplificadas. El editor de textos (que es el que por ahora he utilizado)  es bastante elemental, pero cumple con  los requerimientos básicos necesarios (varias fuentes, cursivas, negritas, etc.). Incluye una utilería simple y funcional para inserción de imágenes, aunque se extraña la posibilidad de configurarlas para que queden dentro del párrafo de texto. No es claro cuál sea el espacio de almacenamiento que se ofrece al usuario, ni cuál sea el tamaño máximo de cada archivo. Esto es particularmente sensible porque el editor tiende a colapsarse cuando se trata de «subir» imágenes muy «pesadas», por lo cual es necesario editarlas previamente a un formato (y tamaño en Kb)  más simple y «económico». Para crédito de Docs, tiene algún sistema de «autosave» de manera que en estos casos se pierde poco de lo ya editado.

Un aspecto muy mal pensado es que no puede escogerse un nombre para el documento, sino que todos se guardan automáticamente como «Untitled» 🙄  No hay una opción evidente de renombrado (hay que hacer click en el nombre para que se abra un menú para ese propósito). Pero en fin, como se advierte, es una aplicación en su fase «beta», de pruebas.

Microsoft le está dando cierta atención a Docs, y recientemente agregó la posibilidad e importar fotos de los «álbumes» de Facebook para crear un «slide show». Otras opciones de interacción con los datos del usuario de esta red social son la importación del «perfil» para crear un curriculum vitae, y el análisis estadístico de la propia red social según género, edad y ubicación. Existe asimismo un espacio de preguntas y comentarios, donde de manera muy inusual en esta corporación, hay alguien capacitado que realmente atiende a los usuarios y da pacientes explicaciones. Todo está, al menos por ahora, en inglés.

En resumen, Docs es una utilería interesante, que podría permitir la vinculación de Facebook con los documentos extensos  que son tan afines a los académicos. Podría imaginar varias posibilidades, pero por ahora más bien hay que mantener una mirada atenta al desarrollo de sus opciones, la respuesta de los usuarios de Facebook y, desde luego, esperar a que Microsoft no acabe por  restringir su utilización a usuarios «registrados» (léase, solo a quienes han pagado por la nueva y cada vez más complicada versión de Office).

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