Explorando tendencias culturales con series de datos en Google Libros

Siempre me han interesado las cuantificaciones para estudiar situaciones y procesos que no pueden apreciarse sino mediante el estudio de regularidades y patrones colectivos. Una de las vías más interesantes es el seguimiento de términos y conceptos, porque evidentemente toda nueva realidad debe de ser pensada y nombrada. En este sentido, el masivo «corpus» de Google Libros es una excelente fuente, porque permite una búsqueda en el tiempo para apreciar cuando un término (por ejemplo, «despotismo ilustrado») comenzó a ser de uso común. La compilación y procesamiento cuantitativo de registros de este género es también de interés serial porque hace posible ver la aparición, desarrollo y posible declive del empleo de términos en el tiempo. Se le conoce como «minería de textos», una metáfora que me agrada por sus alusiones metalúrgicas. Es incluso un posible campo de estudios en sí,  llamado provisionalmente culturomics (o, muy feamente en español, «culturomía»).

La herramienta más a propósito para estos fines son los n-gramas, esto es la búsqueda de secuencias o «cadenas» de información, en este caso en un texto (hay otros empleos posibles). Desde luego, hacerlo «a mano» es muy laborioso, pero afortunadamente Google ofrece gratuitamente y en línea su Ngram Viewer, que  permite hacer búsquedas que generan automáticamente gráficas muy presentables. Es como hacer un verso sin ningún esfuerzo.

Caben algunas advertencias (como siempre debe hacerse con cualquier estadística) antes de confiar alegremente en los resultados.  Aunque podría pensarse que Google Libros representa el universo de todos los impresos, esto no es exactamente así. Sus ejemplares digitalizados provienen de bibliotecas públicas de prestigio, esto es de repositorios que adquieren y almacenan los libros considerados «de interés», lo cual establece un filtro de entrada. Las obras que se venden en puestos callejeros, los comics, muchos «bestsellers» (¿en cuántas bibliotecas universitarias estará la «saga» completa de Harry Potter?) probablemente estén subrepresentados; lo que tenemos aquí sería una compilación primordialmente de literatura «culta» y «académica».

Asimismo, ya he comprobado que  el escaneo de Google tiende a confundirse con las letras impresas de libros muy antiguos. Para tiempos modernos, también puede haber algunos casos de homonimias y «falsos positivos». Ah, y  las búsquedas deben hacerse separando las variables por comas, no entrecomilladas.

Finalmente, este «visor» hace las búsquedas por corpus lingüísticos particulares; no está del todo «al día» en la indexación (en español llega sólo hasta 2008); y en su vertiente «automática» sólo incluye cadenas de alta frecuencia (esto es, que aparecen al menos en 40 libros distintos).  Hay por otro lado opciones para «afinar» las búsquedas con algunos descriptores avanzados, que se explican aquí; y es posible consultar los datos «en bruto», si se tienen aficiones «culturómicas» y se cuenta con una conexión a red muy eficiente.

Con todas estas precauciones, el N-gram Viewer es interesante y atractivo. Para no alargarme, dejaré los experimentos para otra nota que publicaré en breve en este blog. Por lo pronto, les dejo un ejemplo sobre las n-gramas cruzadas de las menciones en español a dos autores de importante influencia en humanidades y ciencias sociales.

N-Gram Marx-Weber

Los porcentajes corresponden a las frecuencias respecto del conjunto de textos.

Vale la pena señalar que el empleo de esta herramienta digital parece estar siendo progresivamente aceptada en publicaciones académicas formales, aunque ha sido también motivo de diversas objeciones. Y, desde luego, son gráficas que admiten distintas interpretaciones, porque las cifras en sí siempre serán solamente un punto de partida para la reflexión.

Arqueología bloguera: un listado de pasadas navegaciones en la historia de México

Hace cosa de un año, en mi resumen decembrino de la «blogosfera» de historia mexicana,

Estampa en la portada del "Arte de navegar", de Lázaro de Flores, 1673
Estampa en la portada del «Arte de navegar», de Lázaro de Flores, 1673

comenté que parecía un mar lleno de melancólicos pecios abandonados, aunque había también bastantes navíos que seguían navegando gallardamente y a toda vela. Pueden suponerse razones varias de tanto naufragio o permanencia duradera en muelles:  el interés y  los comentarios del público son limitados; la indiferencia institucional acaba por resultar frustrante; la constante presión laboral lleva a recortar actividades; o convence más la popularidad alternativa de las redes sociales como Twitter o Facebook, con su comunicación inmediata y más fluida (pero, también, más perecedera). O, simplemente, la temática era temporal y el blog ya cumplió con sus fines.[1]

Vista en perspectiva, la expansión inicial  parece que llegó a lo que no sé si describir como estabilidad o estancamiento. De hecho, el pasado año ya no presenté mi ejercicio de revisión anual porque los blogs que seguían publicados eran casi los mismos de 2014 (puede consultarse ese listado aquí). La situación ciertamente contrasta con la existente en otros países, porque por ejemplo en España, Francia y Alemania la plataforma académica Hypotheses no deja de generar nuevas  iniciativas todos los meses, y muchas realmente muy atractivas.

Viéndola en retrospectiva, la arqueología marinera bloguera no deja de tener su interés y podría ocupar a quienes se dediquen a la historia de la «historiografía virtual». Asimismo, algunas de las notas publicadas han resistido bien el paso el tiempo,  y es una pena que no tengan la adecuada visibilidad. Así pues, me he decidido  a presentar aquí una lista de pasados navegantes de la blogosfera. He incluido los blogs dedicados a historia de México  (publicados en este u otros países) que en mi opinión eran originales y alcanzaron a tener alguna duración, pero que hace por lo menos un año que no tienen movimiento. Si halla usted que este listado tiene alguna omisión o error notable, envíeme una nota y veré el caso.
El orden es el de primera aparición pública.

Las tres potencias, blog personal de Federico Navarrete (julio 2007 -noviembre de 2008)

Ancient Mesoamerica News Updates (julio de  2007  – enero de 2013), de Axhimbalmaya; del mismo autor,  Maya News Updates (septiembre de 2006  – octubre de 2013) y Maya Glyph Blog (agosto de 2007 – diciembre de 2012).

Mayistas, de Rocío García Valgañón (noviembre de 2007 – abril de 2013).

Leyendas mexicanas y tradiciones de México, de Homero Adame (abril de 2008 – septiembre de 2011)

Gabinete de luz, de Lenice Rivera ( (diciembre de 2008 – abril de 2010) (actualmente no accesible).

Blog personal de Luis Ignacio Sánchez Rojas; sobre el periodo porfiriano y el ejército federal de esa época (este blog continúa el de Facetas históricas) (   – mayo 2015)

Imágenes volantes, de Helia Bonilla ( (diciembre de 2008 – enero 2013) (actualmente no accesible).

De aquí p’ al real. A la historia por la libre, blog personal de Iván Escamilla (diciembre de 2008 – septiembre 2014) (actualmente no accesible).

Caleidoscopio histórico: formas y colores de la historia, de Mariel Rodríguez Sánchez (abril de 2009 – noviembre de 2013).

Clioscopia, de Eder Gallegos. Historia militar, historiografía y temas contemporáneos (no accesible actualmente).

Leo gente muerta, de Pamela Romero Pereyra (mayo de 2009 – julio 2012)

Clíoregio (“un blog creado para la difundir la historia regia”) (junio de 2009 – agosto 2012).

Policromía de la historia, de Alejandra López Camacho. Historia conceptual, política, cultural y de la prensa de México y España en el siglo XIX (agosto 2009 – octubre 2014).

Cine silente mexicano, de Luis Recillas Enecoiz (agosto de 2009 – agosto 2014)

Espejo de mudanzas,  blog personal de (actualmente fuera de línea) (2010 – abril 2015)

Xaltocan Archaeological Project, de Lisa Overholtzer (septiembre de 2009 – abril 2010)

Uacúsecha, de Marion Forest. Projet archéologique mené dans l’État du Michoacán (febrero 2010 -marzo 2013).

Comics. Historia de México en la historieta, de Ruben Eduardo Soto Díaz (marzo 2010 – abril de 2013).

Cuaderno de notas, blog personal de Víctor Gayol (septiembre de 2010 – noviembre de 2014).

Jocheri erátsikua – Nuestro pensamiento.  Diálogos sobre la enseñanza de la historia.  Blog colectivo de los estudiantes de la maestría en historia de la UMSNH (marzo de 2012  – enero de 2013)

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[1]. Véase al respecto una encuesta realizada por Íñigo Fernández en «Algunos apuntes en torno a la blogósfera de historia de México»,  XX Anuario de Investigación de la comunicación. CONEICC, 2013, p. 269-288.

Autoría individual / construcción social del conocimiento: ¿opciones excluyentes o complementarias?

Como saben los tres o cuatro lectores que siguen este blog, entre otras cosas soy un wikipedista intermitente. El de Wikipedia me parece un noble (aunque en ocasiones frustrante) propósito. Ofrece, además una vastísima proyección: actualmente tiene más de 37 millones de artículos en 287 idiomas y es el séptimo sitio web más consultado del planeta. Por otro lado, no es útil para difundir investigaciones originales, porque no es ese su propósito.

Más allá de su mayor o menor utilidad concreta, Wikipedia es también un fascinante objeto de análisis para quien se interesa en los procesos de construcción del conocimiento,  porque se contrapone al académico, tal como lo conocemos hoy día. Esto es, el estilo con el que trabajamos proviene de prácticas y principios construidos en la época moderna entre los humanistas y científicos europeos.  Gira en torno a un principio básico: el conocimiento es una creación individual, «de autor», cuya labor debe ser reconocida como propiedad personal. Estamos tan habituados a ello que se nos olvida que no siempre ha sido así, y que existen otras experiencias. En particular, en las culturas donde el conocimiento se transmite por tradición oral (como en las indígenas de México, por dar un ejemplo), cada persona puede reproducir, corregir y añadir  lo que ha legado la generación previa; y quien la transmite puede esperar cierto prestigio, pero no una retribución material. No es algo tan exótico ni ajeno a la tradición occidental: los cronistas de las  órdenes religiosas solían copiar capítulos enteros de sus predecesores, porque la historia que escribían no les pertenecía a ellos, sino a su comunidad.

Esto viene a cuento de que hace un par de años creé una entrada en Wikipedia dedicada a un personaje secundario, pero de interés,  de la historia de la ciencia novohispana, del que me había ocupado en el curso de mis investigaciones. Me dio algún trabajo porque el estilo wikipédico tiene sus propias convenciones y formatos, pero después de un par de horas tuve un texto que me parecía satisfactorio y lo di de alta. No esperaba mayores repercusiones porque lamentablemente una de las características de esta enciclopedia virtual es la inclinación por una historia bastante tradicional, centrada en los «grandes personajes» o «notables acontecimientos» de la política, la guerra o el arte. Y efectivamente, así fue.

Hace unos días volví sobre este artículo para ver la «historia» de la edición (porque cada modificación queda registrada). Encontré que otros wikipedistas habían corregido detalles del formato, agregado un par de datos biográficos y adicionado un retrato del biografiado. En conjunto, revisiones puntuales pero pertinentes, respetuosas de la edición original, y que para el lector resultan convenientes.

El historial de las ediciones consecutivas en Wikipedia
El historial de las ediciones consecutivas en Wikipedia

El asunto es menor, pero me dejó pensando qué ocurriría si los trabajos que entregamos como resultado de nuestras investigaciones, y que por lo común se encuentran ya en web, fueran de «edición abierta». No ocurre así actualmente; en realidad ni nosotros mismos podemos  modificar estos textos, porque legalmente pertenecen a la institución que los ha publicado. Los derechos intelectuales, desde luego, corresponden a su autor, y en principio está prohibido que alguien los modifique, reproduzca o incluso los glose sin dar el debido crédito en profusas notas a pie de página. Es parte del «abc» del oficio, que empeñosamente inculcamos en nuestros estudiantes.

¿Que pasaría, sin embargo, si la labor del intelectual (particularmente el que trabaja para una institución pública) no fuese objeto de una apropiación personal e institucional, sino algo que se entrega (o devuelve) a la sociedad que ha sostenido y financiado su labor? ¿Qué sucedería si, reconociendo la autoría original, la modificación posterior de la obra se realizara por consenso?

Así planteado, parece una propuesta radical, y muchos autores tendrían cierto temor a que una obra registrada bajo su nombre acabara por contener proposiciones contrarias a las que sostuvo inicialmente, o bien que sufra episodios de vandalismo. Sin embargo, existen ya diversos medios que ofrecen modelos posibles y potencialmente útiles, de los que solamente citaré dos.

La misma Wikipedia, contrariamente a lo que muchas personas piensan, tiene ciertas reglas, y conjuga la «libre edición» con cierta supervisión difusa y colectiva. Los usuarios pueden revertir cambios considerados inconvenientes o mal intencionados. Algunos artículos juzgados como «polémicos» quedan protegidos: sólo los editores conocidos por su trayectoria pueden modificar los textos. El wikipedista que reiterada y deliberadamente cometa actos contra las reglas también puede ser sancionado con una suspensión temporal o definitiva de sus derechos de edición.

La wiki de la muy respetada Encyclopedia of Earth va un paso más allá: los artículos son aceptados por editores atendiendo a su pertinencia, calidad, neutralidad y balance, de manera similar a cualquier revista académica. Posteriormente cualquier miembro registrado (hay requisitos de completa identificación y acreditación) puede modificar estos materiales; pero estos cambios deben ser aprobados por el editor inicial.

Abrir la redacción de un texto al público (o al menos a un amplio conjunto de posibles editores) no implica adentrarse en una tierra de nadie legal, ni conlleva ceder una especie de carta blanca al plagiarismo.  En lugar del antiguo sistema de derechos de autor  («prohibida toda utilización o modificación») las licencias Creative commons ofrecen una amplia variedad de opciones, que satisfacen diversas inquietudes y preferencias, desde las más restringidas hasta las más abiertas, incluyendo las modalidades aquí comentadas.

Si me dijeran en este momento que pase del dicho al hecho, probablemente tendría ciertas vacilaciones cuando se trata del resultado de mis investigaciones básicas y principales, que son resultado de meses y a veces años de labor intelectual; su destino final no es algo que tome a la ligera. La experiencia, además, me ha hecho tener mucho respeto por lo que he dado en llamar la Ley de las Consecuencias Inesperadas y Generalmente Indeseables  🙂  subyacentes en toda innovación. Sin embargo, de manera tentativa, no tendría mayor inconveniente cuando se trate de «estados de la cuestión» y obras de divulgación. Desde luego, para que algo así tenga sentido debería implicar a muchos autores. Sería un experimento en la creación y difusión de conocimientos  que parece interesante, y que podría sacudir convenientemente el acartonado mundo de la divulgación de la ciencia.

Por qué escribir un blog académico: los motivos y los resultados

Hace unos días, Francisco García-Jurado, autor del excelente blog Reinventar la antigüedad escribió una nota de la que aquí he recogido en parte el título. Dice que

«…al menos para mí, los blogs académicos son preciosas tentativas para esbozar textos e ideas que luego me sirvan como materiales reelaborables. En este sentido, los blogs se parecen mucho a los ensayos, sobre todo por la libertad que implica su redacción, no tan sujeta a la tiranía de los textos “definitivos”. Asimismo, la posibilidad de poderlos corregir a posteriori confiere a su escritura vivacidad y hasta cierta audacia que no siento cuando hay que cerrar otro tipo de prosas de manera ‘irreversible’.

Para este filólogo dedicado a los estudios clásicos, la escritura de sus blogs es complementaria a la de sus ensayos más formales, y también le resulta útil para mostrar el “cómo se hizo” determinado trabajo, o cuáles fueron las circunstancias en que nació una idea concreta, lo cual siempre es de mucho interés para el lector.

Este texto me llevó a pensar en las razones por las cuáles comencé mis escrituras blogueras, allá por el año de 2007. Al principio, me interesaba seguir lo que llamé «el amor y el desamor de los historiadores por el ciberespacio» en el blog Clíotropos, a manera de un observatorio que comentara la evolución de su uso y ambigua aceptación. Luego, como derivación natural, inauguré otra «bitácora» titulada Peregrinaciones sobre el pasado, sobre mis investigaciones particulares.

Inicié estos blogs en gran medida porque ya era posible hacerlo. Esto es, en los albores del internet la posibilidad de publicar estaba de hecho restringida por las dificultades técnicas y las restricciones del «hospedaje» en línea. En cambio, llegó un momento en el cual establecer y dar mantenimiento a un blog de aspecto profesional era algo que podía hacerse fácilmente en WordPress o Blogger, por citar las dos plataformas más populares. Definitivamente, no requería aprender programación; y era gratuito, lo cual también era de tenerse en alguna consideración.

* En cuanto a los motivos, los blogs para mí fueron un experimento en «des-intermediación». Por lo común, los académicos dependemos de instituciones y editoriales que reciben nuestros escritos y luego de una prolongada serie de instancias y procesos técnicos, les dan la debida difusión impresa. En cambio, los blogs nos permiten comunicamos con el público lector de manera directa e inmediata. Desde luego, no tengo nada en contra de las instituciones académicas, y sus protocolos y requerimientos tienen su razón de ser. Pero publicar por mi cuenta, cuando yo lo deseara, sin depender de nadie más, fue algo liberador.

* Me interesaba mostrar al lector (que muchas veces tiene una imagen bastante imprecisa de lo que realmente hacemos) no solamente el resultado, sino también las fases previas de una investigación, esto es, todo aquello que al final desaparece para mostrar el producto terminado. La posibilidad de recibir comentarios me resultaba, también, atractiva.

* Asimismo, quería difundir e incentivar el uso de los blogs entre la comunidad académica como un recurso versátil y útil, al igual que promover su reconocimiento por parte de las instituciones.

En perspectiva, tendría que decir que algunos de estos propósitos se cumplieron, y otros no tanto. Disfruté de la redacción de mis blogs, aunque mi capacidad para mantenerlos activos ha tenido sus altibajos, siguiendo las alternativas del trabajo académico. No se trata exactamente del tiempo disponible, sino más bien que mis «picos» de actividad bloguera han coincidido con el inicio y fin de diversos proyectos. En este sentido, los blogs me han servido bien para publicar ideas tentativas, avances parciales  y resultados secundarios que no podían tener otro lugar.

El número de «visitas» (tal como se refleja en las estadísticas que las plataformas recopilan automáticamente) no ha sido  espectacular, pero muestra un interés sostenido del público; hay notas que escribí hace muchos años que siguen siendo leídas. Los comentarios, en cambio, han sido muy esporádicos.

En cuanto al entorno académico, me consta que algunos colegas (no demasiados…) leen mis notas con asiduidad, incluyen los «vínculos» correspondientes en sus espacios en Twitter o Facebook, y algún contenido ha sido utilizado como materia de artículos publicados en revistas especializadas. La recepción parece haber sido más amplia entre estudiantes de posgrado, y hace unos meses tuve la satisfacción de ver como un párrafo de una mis notas aparecía en el epígrafe de una tesis.

Las instituciones académicas mexicanas, por su lado, no acaban de comprender o aceptar un género de publicación independiente, que no se desarrolla en los habituales y bien supervisados carriles administrativos.  Es algo que contrasta, ciertamente, con lo que ocurre en España, Francia o Alemania, donde la plataforma de Hypotheses* y el apoyo formal de algunas instituciones innovadoras han generado un crecimiento muy prometedor en la cantidad y calidad de los blogs.

En resumen, si algún colega o joven investigador me preguntara si tiene sentido el esfuerzo necesario para iniciar y mantener un blog, mi respuesta sería sin duda afirmativa. Es una empresa que depara satisfacciones personales, permite una mayor difusión social del conocimiento y atrae cierto reconocimiento profesional. Pero, por otro lado, hay que conocer los límites que puede tener el impacto de un blog de temática académica, en inevitable y desigual competencia con la multiforme y casi infinita oferta de contenidos en línea; y tener claro que la aceptación pública es por lo común algo que llega sólo después de mucho tiempo de edición constante.

Desde luego, los blogs y su empleo tienen una historia que continúa en desarrollo. Y su utilización futura probablemente deparará, como siempre ocurre en el ciberespacio, derivaciones sorprendentes e inesperadas.

Actualización (01/03): Si le interesó este artículo, puede que también encuentre de buena lectura las sugerentes reflexiones de Elena Azofra, autora del blog Morflog, sobre el mismo tema.

 

 

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* El autor forma parte del consejo científico de esta plataforma.

Twitter vs Facebook vs Blogs: impresiones de un #neotuitero historiador

Hace algunos años abrí una cuenta en Twitter. Lo hice con cierta renuencia, porque mis revisiones iniciales de lo que se publicaba en esta plataforma no me convencían de que valiera el esfuerzo, y por otro lado no me faltaban actividades que requerían mi atención. La utilicé poco más que para difundir las notas de mis blogs, y por un tiempo para crear una especie de «espejo» de lo que se publicaba en H-MEXICO, cuando era su editor. Para comentarios y notas más personales, prefería Facebook, que me daba la opción de una red «semiabierta», donde podía poner, por ejemplo, algunas fotografías de mis viajes o breves comentarios personales destinados solamente a algunos colegas cercanos y a mis tres que cuatro amigos.

Hace cosa de un año tuve  más tiempo disponible y me decidí a «darle una segunda oportunidad» a Twitter, a manera de experimento en comunicación. Los siguientes son mis comentarios (no una «evaluación»), desde luego muy personales, sobre que…

* De mi informal estadística, parece haber muchos más académicos «tuiteros» que «blogueros».  La mayor parte, son de la generación de entre 20 y 40 años.

* Publicar en Twitter  implica (aparentemente) mucho menos tiempo de trabajo. Una entrada en mis blogs puede llevarme varias horas de labor; son «mini ensayos», que además requieren imágenes, inclusión de vínculos, edición posterior de comentarios, etc. En cambio, los tuiteos pueden hacerse casi al vuelo, en alguna pausa momentánea de las actividades cotidianas.

* Por lo mismo, es fácil derivar hacia la «comunicación todo el tiempo/ todo el día»,  sobre todo teniendo en cuenta de que es posible mantenerse conectado con esta plataforma mediante los ahora ubicuos «gadgets» portátiles. Viéndolo bien y despacio,  mantenerse activo en Twitter no requiere menos tiempo que un blog; la diferencia está en la concentración requerida por la actividad.

* Aunque los contenidos en Twitter no destacan precisamente por su pulimento narrativo, hay autores que tratan de conjugar una imagen, un ritmo y un argumento en brevísimo espacio. En realidad, podría ser un género literario de interés, con sus propias dificultades, porque no es fácil resumir una idea en 140 caracteres. Esta extensa nota, de hecho, puede ser un buen ejemplo de lo dicho.

* Las interacciones en Twitter son más fáciles y frecuentes. Una queja común de los blogueros es la escasez de respuestas y comentarios pertinentes, que muchas veces acaba por desanimar al autor. Este es un gran punto a favor de esta plataforma.

* Por otro lado, los «tuiteos» son muy perecederos; después de poco tiempo dejan de recibir atención. Los temas de interés cambian casi día con día, y las interacciones son muy efímeras. En cambio, una entrada en un blog sigue siendo consultada y atrayendo comentarios, aunque sea en menor grado, a través de los años.

* La inmediatez de la comunicación puede llevar a que el tuitero reaccione de inmediato ante cualquier suceso, lo cual proporciona espontaneidad y a veces mucha emotividad, con los consiguientes encantos y riesgos. No es el tipo de lenta reflexión y escritura propia de los blogs.

* A diferencia de Facebook u otras redes sociales, donde el usuario puede delimitar y restringir el grupo con el que interactúa, cada tuiteo está abierto potencialmente a cientos de miles de personas. Twitter es una red abierta. La única opción existente es  mantener la propia cuenta como «privada»; no hay opciones intermedias.

* La masividad (y la consiguiente impersonalidad) tiene sus ventajas. Para seguir a alguien en Facebook, hay que convertirse muchas veces en su «amigo», porque esa fue su intención inicial: dar vehículo a redes de amistad. Pero ¿son todos mis colegas, lectores  y alumnos mis «amigos»? No, realmente. En este sentido, la interacción en Twitter resulta más conveniente, más «profesional».

* Los «cliotuiteros» utilizan sus escritos para una gran variedad de fines: difundir noticias de actividades académicas, vínculos a recursos de interés, afirmaciones enigmáticas que sólo pueden comprender los entendidos, aforismos (un género muy interesante, con ilustres antecedentes), opiniones sobre sucesos de actualidad, campañas diversas de diferentes propósitos sociales y políticos, y notas muy personales (lo que está haciendo el tuitero en este instante, el humor con el que se despertó esta mañana, entusiasmos futboleros, las fotos de sus sus mascotas…)

* Como puede verse, las antiguas diferencias entre lo privado y lo público, entre amigos  y  «seguidores», resultan cada día más borrosas, aunque hay tuiteros que mantienen escrupulosamente estas distinciones.

* A través de las personas a las que el tuitero «sigue» y sus propios «seguidores», esta plataforma establece un flujo continuo de notas que llegan automáticamente al espacio personal de cada quien, sobre todo en la sección «descubre», definida como «Lo que está sucediendo ahora, hecho a tu medida». Puede ser un recurso útil,  pero también contribuye a la sobrecarga de información que se ha convertido en uno de los problemas de la red de redes.

*  Los historiadores con más «seguidores» son frecuentemente los que se adentran en temas actuales. Es una red cuyos contenidos privilegian la inmediatez. Obviamente, el historiador no tiene porqué ser un anticuario, o mostrarse indiferente ante las urgentes realidades del presente. Pero dedicarse primordialmente al pasado (esto es, al asunto propio del historiador) no es la mejor vía para reunir  muchos «seguidores» en la esfera  tuiteriana (si ese es un propósito, porque no tiene porqué serlo).

* Y bien, en resumen ¿vale la pena emplear Twitter como herramienta de difusión académica? La respuesta no puede ser general; depende de lo que espere de esta plataforma, de las inclinaciones y personales estilos. Espero haberles dado algunas ideas al respecto.

La blogosfera de historia mexicana en 2014

Como ya ha sido tradición decembrina de Clíotropos, les presento el listado de blogs  «de autor» dedicados a la historia mexicana.  No es exhaustivo, evidentemente. He incluido únicamente aquéllos que (en mi opinión) aportan ideas originales,  y que han mantenido cierta continuidad a lo largo del año. No he compilado los institucionales,  los que sirven de apoyo a un curso particular en algún centro educativo, o solamente distribuyen avisos o noticias (todos los cuales pueden ser, evidentemente, muy útiles). Tampoco he registrado (por ahora) los blogs de MAPFRE, donde ocasionalmente se publican excelentes artículos.

En relación a los años pasados (véanse aquí la referente a 2013), casi podría estar de acuerdo con un interesante análisis reciente de la «clíosfera», realizado por Iñigo Fernández. Esto es, parece verse un estancamiento de lo que fue en su momento una novedad que atraía autores y lectores por su fácil acceso, flexibilidad y atractiva presentación. De hecho,  este  es el primer informe anual en el que no puedo anotar algún nuevo blog de interés. Incluso, en comparación con el año pasado, el número ha decrecido levemente: de 39 que eran, restan sólo 37. Algunos comentarios al respecto de estas tendencias pueden verse aquí.  En términos menos estadísticos, podría decirse que este multiforme archipiélago abunda en pecios blogueros, con cubiertas y mástiles poblados por melancólicos musgos y líquenes digitales. Pero aún hay muchos blogs que navegan a todo trapo, cual galante armada.

Es bueno comparar esta situación con la española, donde la plataforma Hypotheses está en franca expansión. En este caso hay un apoyo institucional, el de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, y la posibilidad de obtener un ISSN (esto es, un registro legal, similar al de las revistas), lo cual da a los blogs «respetabilidad» académica. Nada parecido hay en México, donde por alguna razón que no acabo de comprender las instituciones se han mostrado indiferentes respecto a las posibilidades autónomas de difusión de la historia.

Respecto al listado, he clasificado como «blogs personales» aquéllos que más que tener una temática, publican todo lo que interesa al autor, que puede ser muy variado. El orden es el usual y alfabético. Si en su opinión falta alguno, déjeme una nota en la sección de “comentarios”.

BLOGS SOBRE HISTORIA DE MÉXICO, activos en 2014

Aportaciones Históricas Taurinas de José Francisco Coello Ugalde

Apuntes de historia del catolicismo, de David Carbajal López (continúa el desaparecido «Ayer y hoy de la Iglesia Católica»).

La batalla de Monterrey, 1846, de Pablo Ramos.

Bibliofilia novohispana, de Marco Fabrizio Ramírez Padilla.

Cabezas de Águila, de Benjamín Arredondo.

Calixtlahuaca Archaeological Project, de Michael E. Smith y otros autores.

Cine silente mexicano, de Luis Recillas Enecoiz.

Clioscopia, de Eder Gallegos. Historia militar, historiografía y temas contemporáneos.

Colonial Mexico, de Richard Perry. Arquitectura y patrimonio.

Clíotropos, de Felipe Castro Gutiérrez. Crónicas del amor (y el desamor) de los historiadores por el mundo virtual. Del mismo autor: Peregrinaciones en el pasado, blog personal.

Crónica de Torreón, de Sergio Antonio Corona Páez.

De aquí p’ al real. A la historia por la libre, blog personal de Iván Escamilla.

Del  museo imaginario, de Adriana Gallegos. Un espacio de conversación sobre arte, museos, patrimonio y gestión cultural.

Espejo de mudanzas, Blog personal de 

Blog personal de Luis Ignacio Sánchez Rojas; sobre el periodo porfiriano y el ejército federal de esa época (este blog continúa el de Facetas históricas).

Grandes casas de México, de Rafael Fierro Gossman.

Historia, crítica y política. Blog personal de Alfredo Ávila.

Idólatras y herejes en el México colonial, de José Antonio González.

Maya Decipherment, de David Stuart. A weblog on the ancient Maya script.

Maya Mythos, de Carl Callaway.

Mexique Ancien, de Bertrand Lobjois. Blog d’information archéologique sur la Mésoamerique

La nao va, de Cuauhtemoc Villamar. El galeón de Manila y la interacción humana que une a América y Asia.

Pasado y presente de la economía mundial. Blog colectivo sobre economía e historia económica.

El pensador mexicano, blog personal de Gonzalo Tlacxani Segura.

Policromía de la historia, de Alejandra López Camacho. Historia conceptual, política, cultural y de la prensa de México y España en el siglo XIX.

El presente del pasado. Blog colectivo del Observatorio de Historia.

El reino de todos los días, blog personal de Bertha Hernández, periodista e historiadora.

Los reinos de las Indias en el Nuevo Mundo, de Natalia Silva Prada.

Repensar la conquista, de Guy Rozat.

El señor del hospital, de Benjamín Arredondo.

Teoría de la historia, de Miguel Ángel Guzmán López.

Tlamatqui, blog sobre documentos históricos.

Toda historia es contemporánea, blog personal de Catherine Andrews.

Un historiador y sus viajes, de Paulo César López Romero.

Vámonos al Bable, de Benjamín Arredondo.

Veracruz antiguo, de Uluapa Sr.

Los blogs de MAPFRE: debates y perspectiva

(Actualización: estos blogs ya no están disponibles)
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Una de las propuestas recientes más interesantes en la «clíosfera» son los blogs de la Fundación MAPFRE. Esta institución, sustentada por una empresa española, es bien conocida de los historiadores americanistas; ha tenido la loable iniciativa de respaldar la edición de recomendables libros de historia y, más recientemente, una colección de historias generales que reúne a conocidos autores. Su nueva plataforma bloguera (desde enero de 2014), denominada «Debate y perspectivas» es una excelente demostración de la manera en que puede realizarse la divulgación de los resultados de la investigación de una manera versátil y atractiva. Agréguese que su portal, como puede verse abajo, proporciona una perspectiva más amplia que la tradicional y fragmentaria que tanto ha afectado a nuestras historiografías nacionales.

MAPFRE-ScreenshotCabe hacer algunos comentarios. Uno de ellos es que la reunión de los distintos autores parece haberse derivado primordialmente de su participación anterior en las obras publicadas por esta empresa/casa editorial. Es cierto que no todos han contribuido con los blogs (en la mayoría, su intervención se reduce a un resumen curricular), pero parece un buen y conveniente punto de partida, que podrían adoptar otras editoriales académicas. También esta vinculación autor/bloguero subscribe una idea que ha tenido desiguales pero prometedores resultados: los blogs como extensión y continuación natural de la obra impresa. Hay ya en esta plataforma muchos contenidos de interés; véanse, sólo para dar algunos ejemplos, los de Javier Garcíadiego,  Fréderique Langue y Manuel Chust.

Por otro lado, estos blogs de MAPFRE no tienen la vivacidad y carácter personal  típico en estos medios, en los que el lector puede acercarse no solamente a la obra, sino también a la persona de quien escribe, y al empleo de una narrativa más informal.  Lo que aquí leemos son breves ensayos con el estilo propio y característico de la academia.  La impresión que dan (sin que me conste) es que no hay una edición directa del autor, sino que los editores solicitan y gestionan los ensayos. Se parecen más, en resumen, a los artículos de una «revista virtual». Esto no es en ningún modo una objeción; simplemente, es constatación de un modelo de publicación que, como cualquier otro,  tiene sus virtudes y limitaciones. En todo caso,  sólo tendría que criticar la parquedad en el empleo de recursos propios de la edición en web (sobre todo, hiperenlaces o vínculos a recursos afines) y la ausencia de un buscador específico para los blogs (el existente compila todos los materiales existentes en la plataforma, lo cual dificulta encontrar los artículos). Pero ciertamente, ya quisiéramos tener de este lado del mar una institución con estos propósitos y un recurso tan interesante.

Habrá que seguir la evolución de esta plataforma, que presenta una alternativa más formal y coordinada frente a la caótica espontaneidad y el disperso entusiasmo  que han sido tan típicos de la blogosfera de historia.

Del blog al libro impreso: una propuesta de Natalia Silva Prada

¿Para qué (o porqué) escribe un historiador un blog? Al cabo, se trata de una actividad muchas veces bien apreciada por el público lector, pero sin reconocimiento oficial, que aparentemente no resulta «productiva» a la hora de presentar los concursos, promociones y evaluaciones que van marcando el desarrollo profesional.  Que yo sepa, nadie se ha puesto a averiguar de manera sistemática las razones de los «clíoblogueros», pero en primera instancia las respuestas parecen ser el deseo de divulgar sus investigaciones fuera del estrecho ámbito académico, el interés por la difusión de productos menores y laterales, la voluntad de opinar sobre distintos asuntos institucionales o políticos, y a veces,  simplemente, el entretenimiento  de nuestros inexistentes momentos de ocio (sí, porque así somos de obsesivos…)

ReinosIndias

Natalia Silva Prada, una reconocida historiadora que ha animado un muy interesante blog sobre historia de la cultura política, acaba de presentar una inesperada derivación de sus afanes: la publicación de un libro con los artículos consecutivamente publicados durante dos años, titulado precisamente Los Reinos de las Indias” y el lenguaje de denuncia política en el mundo Atlántico (S. XVI-XVIII): Dos años de aventuras históricas en un blogEs un tránsito en cierta forma paradójico, porque lo habitual ha sido que un libro impreso pase a versión digital (y no a la inversa, como ahora hace).

Como comenta la autora

Cada una de las entradas del blog puede decirse que es una investigación en miniatura, pero cada una de ellas está vinculada a una lógica general: el conocimiento y análisis del significado de las palabras subversivas en el antiguo régimen…..

El libro aborda precisamente las expresiones de una cultura política en las que el temor al muy posible y severo castigo no impedía a sus protagonistas dejar testimonios de sus opiniones críticas, incluso subversivas, mediante pasquines, oraciones ‘religiosas’ burlescas, cartas y rumores. Son temas fascinantes, que prometen muy buena lectura.

Esta publicación (disponible como e-book o en versión impresa) es muy interesante como experimento de divulgación científica. Espero que prospere, que su propuesta tenga seguidores, y que contribuya al muy necesario reconocimiento público e institucional de la actividad bloguera

La blogosfera de historia mexicana en 2013

Como ya ha sido tradición de Clíotropos, les presento el listado findeañero de bitácoras/blogs dedicados a a la historia mexicana.  No pretendo ser exhaustivo; menciono solamente aquéllos que (en mi modesta opinión) aportan ideas originales o datos novedosos,  y que han mantenido cierta regularidad a lo largo del año. No incluyo los institucionales,  los que son de apoyo a un curso, o editan solamente avisos o noticias sin comentarios adicionales.

Al comparar esta versión con las de años anteriores (véanse aquí la referente a 2012), puede apreciarse que algunos blogs dejaron de editarse, mientras que hay una que otra novedad (notablemente Repensar la conquista, de Guy Rozat).  El número total permanece cercano al medio centenar. Es una cifra respetable, pero que no parece estar en vías de crecimientoGuyRozat. ¿Ha perdido la blogosfera su encanto como recurso para la difusión del conocimiento? Es una pregunta que vale la pena hacerse, sobre todo si se compara con el crecimiento en la utilización de Facebook y, en fechas más recientes, de Twitter, por numerosos historiadores. Tal parece que la facilidad y las posibilidades de interacción inmediata con un conjunto muy amplio y diverso de usuarios resultan muy atractivas.

Por otro lado, hay situaciones nuevas y de interés: una es el crecimiento del portal en español de la plataforma Hypotheses, que proporciona un entorno académico a los autores (varios blogueros han «mudado» allí sus blogs) y otra es la difusión e impacto de El presente del pasado, un blog colectivo -un tipo que no había sido común en nuestro medio.  Puede que que estemos presenciando un cambio en la orientación de la blogosfera, que vaya desde dispersas iniciativas individuales hacia la centralización y la asociación.

En fin, esta es la lista, en el orden usual. Si en su opinión falta algún blog, envíeme una nota en la sección de «comentarios».

BLOGS SOBRE HISTORIA DE MEXICO, activos en 2013

Aportaciones Históricas Taurinas de José Francisco Coello Ugalde

Ayer y hoy de la Iglesia Católica, de David Carbajal López (este blog fue puesto fuera de línea)

La batalla de Monterrey, 1846, de Pablo Ramos.

Bibliofilia novohispana, de Marco Fabrizio Ramírez Padilla.

Cabezas de Águila, de Benjamín Arredondo.

Calixtlahuaca Archaeological Project, de Michael E. Smith y otros autores.

Cine silente mexicano, de Luis Recillas Enecoiz.

Clionáutica, de Arno Burkholder de la Rosa.

Clioscopia, de Eder Gallegos. Historia militar, historiografía y temas contemporáneos.

Colonial Mexico, de Richard Perry. Arquitectura y patrimonio.

Clíotropos, de Felipe Castro Gutiérrez. Crónicas del amor (y el desamor) de los historiadores por el mundo virtual. Del mismo autor: Peregrinaciones en el pasado, blog personal.

Comics historia de México historieta. Un proyecto del Museo de la Caricatura y la Historieta Joaquín Cervantes Bassoco.

Crónica de Torreón, de Sergio Antonio Corona Páez.

Cuaderno de notas, blog personal de Víctor Gayol.

Del  museo imaginario, de Adriana Gallegos. Un espacio de conversación sobre arte, museos, patrimonio y gestión cultural.

Facetas históricas. Blog de Luis Ignacio Sánchez Rojas sobre el periodo porfiriano y el ejército federal de esa época.

Fotógrafos de la revolución, de Arturo Guevara Escobar.

Grandes casas de México, de Rafael Fierro Gossman (del mismo autor, Polanco, ayer y hoy).

Historia, crítica y política. Blog personal de Alfredo Ávila.

Idólatras y herejes en el México colonial, de José Antonio González.

Maya Decipherment, de David Stuart. A weblog on the ancient Maya script.

Maya News Updates de Axhimbalmaya.

Maya Mythos, de Carl Callaway.

Mexique Ancien, de Bertrand Lobjois. Blog d´information archéologique sur la Mésoamerique

La nao va, de Cuauhtemoc Villamar. El galeón de Manila y la interacción humana que une a América y Asia.

Pasado y presente de la economía mundial. Blog colectivo sobre economía e historia económica.

Policromía de la historia, de Alejandra López Camacho. Historia conceptual, política, cultural y de la prensa de México y España en el siglo XIX.

El presente del pasado. Blog colectivo del Observatorio de Historia.

El reino de todos los días, blog personal de Bertha Hernández, periodista e historiadora.

Los reinos de las Indias en el Nuevo Mundo, de Natalia Silva Prada.

Repensar la conquista, de Guy Rozat.

El señor del hospital, de Benjamín Arredondo.

Teoría de la historia, de Miguel Angel Guzmán López.

Tlamatqui, blog sobre documentos históricos.

Toda historia es contemporánea, blog personal de Catherine Andrews.

Un historiador y sus viajes, de Paulo César López Romero.

Vámonos al Bable, de Benjamín Arredondo.

Veracruz antiguo, de Uluapa Sr.

 

El despegue de Academia.edu

Hace unos cuatro años publiqué una nota sobre Academia.edu, una red social para académicos. Comentaba que era parte de la búsqueda de nuevas opciones en «nichos» especializados frente a los gigantes, demasiado caóticos o masivos (y, a veces, invasivos), como Facebook, Twitter y Google+ .   Actualmente, esta red  ya tiene una masa considerable de usuarios, que recientemente pasó de cinco millones, periódicamente introduce o ajusta servicios  y está en un proceso de expansión, como lo muestra su reciente adquisición de Plasmyd, una aplicación de búsqueda y comentario de documentos.

academia.edu

La oferta de Academia.edu incluye un directorio con fotografía,  nombre, institución (con opciones para profesores/investigadores, estudiantes de grado y posgrado),  intereses (mediante «etiquetas», que ahora se ofrecen automáticamente), libros o artículos publicados,  y elementos comunes de las redes sociales, como las opciones de «seguir» (o «ser seguido») por otros. Todo esto tiene una utilidad inmediata (saber  “quien está investigando qué”) y otra menos evidente:  en la academia, como en cualquier otro grupo profesional, la promoción y las redes de  colaboración son de cierta importancia, aunque no se hable mucho de ellas. Contar con una página propia y el equivalente de un curriculum vitae en un espacio académico bien reconocido ciertamente ayuda al desarrollo profesional, facilita la labor de encontrar personas con intereses afines y puede ser un buen auxiliar para comisiones y comités evaluadores.

En la página general de ingreso a  Academia.edu  pueden verse actualizaciones de otros miembros y, una vez registrado, el usuario puede obtener una versión “personalizada”, con las novedades de sus contactos particulares.   También ha incorporado el equivalente de «trending topics» (en este caso «trending papers» siguiendo una táctica muy gustada en cierto microblog…). Asimismo, ofrece «alertas» mediante correo electrónico (por ejemplo, cuando alguien comienza a “seguirme”) y estadísticas de documentos consultados. El lenguaje del sistema sigue siendo el inglés, aunque ya acepta «eñes» y otras peculiaridades del español.

Una posibilidad interesante es la utilización de esta red como plataforma de publicación, esto es de «subir» distintos materiales  para ponerlos a disposición de los demás usuarios. Se inserta, en este sentido, en la campaña creciente a favor del «acceso abierto» al conocimiento científico. Ya se sabe, existe siempre el interés por difundir los resultados de la investigación, y las editoriales universitarias son notoriamente deficientes a la hora de distribuir las publicaciones. El precio, desde luego, también es un factor inhibitorio, sobre todo para estudiantes. El problema subyacente es que muchas de estas publicaciones tienen derechos que son propiedad de las respectivas editoriales, aunque siempre ha existido cierta tolerancia (explícita o tácita) para la «re-distribución» entre colegas y alumnos, que incluso podría considerarse como «promoción». Aunque el arranque de esta opción de «auto-publicación» fue muy modesto, en fechas recientes puede verse un crecimiento prometedor, y ahora casi cada semana encuentro en mi buzón avisos sobre nuevos materiales disponibles en línea que parecen de interés o que podrían serlo para mis alumnos.

Evidentemente, una red social es tan interesante como las personas que forman parte de ella. La afiliación en la academia iberoamericana ha progresado, aunque sigue siendo limitada. Quienes más aparecían eran  “jóvenes investigadores”  o bien estudiantes de posgrado, dos grupos que permiten ver hacia donde se mueve la academia. Por otro lado, en  fechas recientes he tenido la satisfacción de ver registrados (y dando acceso a varias de sus publicaciones) a colegas de larga trayectoria y bien asentado prestigio. Academia.edu parece ir por buen camino, y espero ver en él a muchos más caminantes.