Twitter en la docencia en historia

S i hace algunos años me hubieran pronosticado que una de las aplicaciones más exitosas sería un «microblog» que limita la expresión a 140 caracteres, me hubiera parecido de lo más improbable (véase aquí mi nota previa sobre el tema). Aun ahora, no acabo de encontrarle un uso, aunque desde luego soy plenamente consciente de su empleo para difundir noticias, convocar reuniones (o manifestaciones) y expresar ideas o estados de ánimo en forma breve y concisa. Parecería que toda personalidad pública (o candidata a a serlo) tiene su cuenta de twitter, lo cual puede ser (o no) una buena idea, porque han existido numerosos ejemplos de «mensajitos» inoportunos o involuntariamente humorísticos.  De hecho, parece ser que al menos ha contribuido a ampliar el horizonte laboral, con la aparición de «asesores» y grupos que se especializan en lograr (por encargo) que ciertos hashtags se vuelvan «temas del momento» (o, más bien, trending topics). El tema ha llegado a ser asunto de análisis estadísticos muy formales (como el del pasado Observatorio electoral del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM) y de algunos intentos de regular e incluso penalizar la difusión de noticias (o «rumores», según se vea) alarmantes.

La utilización de Twitter en la difusión del conocimiento histórico es otro asunto.  Ya ha comenzado, aunque de una forma aun tentativa y de éxito relativo (y supongo que los alumnos que discretamente teclean durante mis cursos no califican aquí…) Algunas  instituciones  utilizan este microblog para difundir sus actividades (o al menos eso parece, porque a veces no es fácil saber si se trata o no de un servicio «oficial») Hay también algunos (muy pocos) historiadores  que extienden y reproducen su labor como «blogueros» por este medio, o bien difunden sus artículos y opiniones sobre asuntos actuales (véase el directorio compilado por Frédérique Langue). Y como ha señalado atinadamente  Eder Gallegos en su blog, existen quienes realizan el curioso ejercicio de dar vida a célebres personajes del pasado, como Porfirio Díaz (que, ocurre, es muy popular….).

El empleo del microblog en la docencia  (más allá de avisar que «la sesión será hoy en el salón… » o «no olviden la lectura que se halla en línea en….») parecía improbable. Al cabo, si algo es típico de una explicación o un argumento histórico es que, por conciso que sea, no puede reducirse a fragmentos de dos líneas (¿cuántas llevo escritas aquí?). Sin embargo , el excelente  blog de Anaclet Pons acaba de dar cuenta de una nota (originalmente publicada en The Chronicle of Higher Education) sobre un experimento de discusión en clase sobre «tecnocultura» actual. Como puede verse, tanto el profesor como   los «twitteros» consuetudinarios (y aún más los que no lo eran) mostraron cierto desconcierto. Pero era de esperarse frente a un nuevo formato, y el entusiasmo (esa huidiza entidad tan difícil de convocar por el docente) parece haber sido evidente. Desde luego, eso no basta, porque el propósito de un profesor no es en sí el de «entretener» a sus alumnos,  pero es un muy buen principio.

2 comentarios en “Twitter en la docencia en historia

  1. Doctor, gracias por compartir sus reflexiones en torno a la relación del twitter y la difusión (o docencia) de la historia. Me hubiese gustado mucho que hablará más en torno a qué le parece que se difundan breves citas o breves pasajes sobre acontecimientos históricos en esta red social, ¿considera que pueden ser útiles? El texto que presenta es muy breve y me hubiera gustado conocer más su postura al respecto del uso del twitter como medio de difusión de la historia y también conocer su opinión sobre la cuenta, por ejemplo, del citado Porfirio Díaz. Usted, siendo de los pioneros en difundir el conocimiento histórico en la red y empleando la tecnología para la difusión de las ciencias sociales, ¿tiene cuenta de twitter? Al parecer ahora es más fácil seguir y leer twitter que un blog.

    Saludos.
    Tatiana

    • Tatiana, gracias por el comentario. Efectivamente la nota es puntual y específica, y no una evaluación general sobre los usos de Twitter por los historiadores. Tengo ahí un espacio propio, pero realmente es sólo un «espejo» pasivo de H-MEXICO. En lo personal, no le he encontrado un uso concreto (y público) que me resulte de interés; supongo que el desarrollo de la cultura tecnológica comienza a dejarme atrás. Por esta razón, creo que no soy el mejor consejero sobre posibles iniciativas; pero por otro lado, nada se pierde con intentarlo, ¿no crees?

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